El Diario de Rosario Toscano y los Mensajes
La Santísima Virgen se manifiesta a Rosario en su casa de Catania con tres apariciones, por así llamarlas, preparatorias. Él ve sólo una misteriosa luz y escucha una voz de mujer que lo exhorta a rezar por los pecadores y a tener confianza por la enfermedad viral que lo debilita desde meses atrás, haciéndolo ausentarse muy seguido de la escuela. La enfermedad del muchacho y las consecuentes numerosas faltas a clases inducen a sus padres, un domingo a la mañana (4 de mayo de 1986) a hablar con el director y con algunos docentes de la escuela, dirigida por religiosos, los Hermanos de las Escuelas Cristianas, luego de la santa misa que se celebra en la capilla, para que sean indulgentes con respecto a su hijo. En la última de las tres apariciones "preparatorias" la misteriosa voz se revelará como la Inmaculada Madre de Dios, y dirá al joven que deberá ir el domingo 11 de mayo a las proximidades de la casa de campo de su abuelo paterno en Belpasso, para verla enteramente.
El mensaje fundamental de la 1ª aparición (11 mayo 1986) pone de relieve la importancia de la celebración eucarística y de la fe, como don para custodiar y cultivar en la Iglesia y para el futuro de la Iglesia, subraya luego el valor de la oración como experiencia de la presencia de Dios y el valor de la humildad como premisa de una verdadera conversión, presupuestos éstos de todo apostolado. La 2ª aparición pone la atención sobre las realidades celestiales y por lo tanto, por una parte invita a invocar a los ángeles como ministros de la gloria de Dios contra las potencias del maligno, y por la otra exhorta a tener un mayor cuidado sobre los agonizantes para que en su traspaso del tiempo a la eternidad, tengan toda la asistencia espiritual necesaria. Desde la 3ª aparición (1 junio 1986) hasta la 11ª (18 septiembre 1986) los nueve mensajes están centrados en la acción del Espíritu Santo Amor infundido en los corazones (1 junio 1986) y que se manifiesta junto con el Padre y el Hijo en la creación (8 junio 1986). Tal esplendor se expresa ante todo y en la forma más alta en el Corazón de la Virgen Maria (aparición importantísima del 18 junio 1986) pero la Santísima Virgen quiere ayudarnos a hacer resplandecer también en el corazón de los creyentes esa presencia divina iniciada con el bautismo, exhortándolos a combatir las debilidades y el pecado al cual están sujetos, recordando el sacrificio de Cristo (1 julio 1986; 8 julio 1986; 18 julio 1986) e invocando los dones del Espíritu para servirse de ellos de la mejor manera (1 septiembre 1986); 6 septiembre 1986) y ser así transformados en el amor perfecto del Señor (18 septiembre 1986).
Desde la 12ª aparición (23 noviembre 1986) hasta la 18ª (1° abril 1987) los siete mensajes denuncian las estructuras de pecado presentes en el mundo de hoy en día, evidenciando sus consecuencias, llamando la atención sobre el destino próximo de la humanidad y al mismo tiempo sobre el destino último de nuestra existencia (las visiones simbólicas del infierno, del purgatorio y del paraíso). Los mensajes también muestran los medios (la consagración al Corazón Inmaculado de María y al Sagrado Corazón de Jesús) para obtener aquello que de bueno pueda reservar el futuro y para evitar todo lo negativo que ese mismo futuro pueda plantear.
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Desde la 19ª aparición (1° mayo 1987) hasta la 24ª (1° octubre 1987) los seis mensajes subrayan el aspecto cultural a determinar:
Por invitación de la Santísima Virgen en la aparición del 1° octubre, Rosario el 7 de octubre de 1987 hacia las tres de la tarde, se dirige hacia un grupo de árboles que él ya conocía porque en el pasado, con sus primos, lo había descubierto yendo a explorar los lugares de los alrededores, y aquí jugando, ellos fingían que era una especie de casa secreta. Por eso, cuando la Santísima Virgen le dijo que se dirija a un lugar apartado de la zona para que el Señor le conceda una gracia para el beneficio común de Su pueblo, el pensamiento de Rosario inmediatamente fue hacia este grupo de árboles. El muchacho entonces aquel día, dejando un poco atrás a sus padres que lo habían acompañado, se adentró en medio de estos árboles. Aquí en circunstancias particulares que él no ha permitido revelar, recibe la gracia particular para el bien común del pueblo de Dios. Se trata de locuciones auditivas provenientes del Señor Jesús. En tales circunstancias recibe una plegaria en forma de rosario dirigida a Jesús, camino, verdad y vida. Ella ofrece un punto de meditación sobre las palabras de Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis, conoceréis también al Padre" (Jn 14, 6-7) La misma tarde, durante la Santa Misa celebrada en la iglesia de Santa Maria de la Guardia en Belpasso, él recibió en locución una suerte de pequeña ayuda para los niños, preparatoria al rezo del santo rosario. El sábado 10 de octubre, durante la Santa Comunión, le es dictada una plegaria al Corazón Inmaculado de Maria. Luego de tres días, el martes 13 de octubre, durante la Santa Comunión, recibe una plegaria de intercesión para los enfermos. Otros cinco días después, el domingo 18 de octubre, durante la Santa Misa y en el momento de la Santa Comunión, recibe otra oración, esta vez dirigida al Sagrado Corazón de Jesús. Finalmente el domingo 24 de abril de 1988, siete días antes de la última aparición en la Roca de Belpasso, le es dictada una súplica que es también un acto de consagración a la Virgen de Belpasso. Rosario explica el sentido de estas plegarias como momentos de particular invocación que acompañan determinadas fases de la vida: la fase del discernimiento vocacional y/o ciertas elecciones fundamentales (con la oración dirigida a Jesús, nuestro camino, verdad y vida); la fase de la primera juventud (con la oración propedéutica al rosario para los niños); la fase en continua evolución de la conversión al Amor (con las oraciones dirigidas a los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria); el momento de los sufrimientos propios y ajenos (con la oración del enfermo y/o por el enfermo); finalmente para los momentos difíciles para el mundo (y no solo), cuando con toda la comunidad de creyentes se invoca a la Reina de la Paz y se confía en su Corazón Inmaculado para el bien de la Iglesia entera y de cada hombre que Dios ama. (Oraciones) En los tres mensajes desde la 25ª aparición (1° noviembre 1987) hasta la 27ª (8 de diciembre de 1987), la Santísima Virgen muestra en síntesis sus exhortaciones: la llamada a la santidad de los hijos de Dios por intercesión del Corazón Inmaculado de la Reina de la Paz, proyecto que recordando al Evangelio, se funda sobre tres fundamentos, la penitencia/conversión (entendida sea como adhesión a la persona y a la Palabra de Jesús, sea como sacramento, sea como mortificación personal); la oración (entendida sea como comunión con Dios, sea como acción litúrgica, sea como apostolado), y la reparación (entendida sea como apostolado de la caridad solidaria para expiar las ofensas y las omisiones contra Dios y contra el prójimo, sea del apostolado del sacrificio como ofrecimiento de sí, uniendo los propios sufrimientos con los de Cristo, en comunión con el Sacrificio eucarístico para la salvación del mundo).
Desde la 28ª aparición (1° enero 1988) hasta la 32ª (1° de mayo de 1988) los cinco mensajes están todos centrados en el tema del Reino de Paz de Nuestro Señor Jesucristo que, por medio del Corazón Inmaculado de su Madre quiere habitar en medio de los hombres contraponiéndose a una ilusoria idea de paz según la lógica del mundo (mensaje de la "nunca vista tristeza de Maria" del 1° enero 1988, y mensajes de 1° febrero 1988 y 1° marzo 1988); por cuanto en el proyecto de Dios la Paz proviene del ofrecimiento de sí, a imitación de Cristo Crucificado el cual ha vencido al mal con el amor y nos infunde confianza en ello mediante la resurrección y los frutos que provienen de estos dos eventos fundamentales (muerte en cruz y resurrección) y de los cuales Maria tiene la misión de hacer fructificar en la Iglesia y con la Iglesia (1° abril 1988). El rechazo de este proyecto de Dios es peligroso para la historia de la humanidad y Maria nos quiere hacer salvar los peligros reencaminándonos aún sobre el verdadero camino y asegurándonos su protección cuando este peligro aparece más cercano (1° mayo 1988).
La Santísima Virgen en el mensaje del 1° de mayo de 1988, luego de habernos recordado en un cuadro de conjunto las maravillas que Dios ha obrado por nosotros, nos invita a ser perseverantes en el practicar sus enseñanzas. Finalmente hay una fuerte advertencia contra la pérdida de la fe, contra nuestras infidelidades al Señor que, estructuradas en modo tal de ser un sistema de vida de la entera sociedad, ponen en peligro espiritual y material a la humanidad de la cual Dios quiere, en vez, el entero bien. Afirma la Santísima Virgen: "Luego del período de paz que concederé al mundo por medio de mi Corazón, sucederá que muchos se alejarán de Dios, se avergonzarán de Él. Terminado el período de paz, sucederán muchos eventos desagradables para cada familia, para cada ciudad, para cada nación, para el mundo entero. Esto será porque muchos buscarán situaciones cómodas y se olvidarán de Dios y de sus leyes. La Iglesia tendrá mucho por sufrir". ¿Cómo conciliar la idea de un período de paz del cual ninguno parece haber notado sus inicios con otro período aún mucho más grave? Daremos una explicación utilizando las valoraciones de Juan Pablo II en la octava parte de su Testamento. Él afirma que desde el otoño de 1989 por medio del Corazón Inmaculado de Maria un fermento de paz ha sido entregado al mundo con la caída de los regímenes ateos y comunistas y con el fin de la así llamada "guerra fría" sin el violento conflicto nuclear del cual pesaba el peligro sobre el mundo, ya que el último decenio del siglo XX estuvo libre de las precedentes tensiones, si bien se perfilaban nuevas problemáticas y agitaciones. Con tal propósito la Santísima Virgen nos ha puesto en guardia contra un deterioro de los valores religiosos por no haber llevado a término con sincero arrepentimiento la paz sembrada por Dios por su maternal intercesión. Es necesario no deducir erróneamente que la paz tiene un final, sino que los hombres le ponen fin y obstaculizan el pleno afirmarse, en la medida en que se alejan de Dios y de sus Leyes. La paz es un don de Dios a través del Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen, reflejo de la perfecta paz de Cristo, venido a habitar en medio de nosotros, encarnándose en el seno de Maria gracias a su "si". La humanidad debería aproximarse hacia la plena paz sin demora y sin peligrosas detenciones o desviaciones. La Madre del Cielo quiere ayudarnos a evitar y a remover todo lo que se contrapone a la verdadera y plena paz. Nos invita a no engañarnos creyendo que la paz es aquella según la mentalidad del mundo. Cristo es nuestra paz (Ef 2, 14). La paz es aquella que el Señor Jesús nos ha dado mediante la sangre vertida en la cruz (Col 1, 20). El mismo San Pablo afirma tal incompatibilidad entre las dos ideas de paz: "Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente" (1Tes 5,3) El apóstol, citando libremente un versículo del Libro del Profeta Jeremías, resume el sentido de un párrafo entero (Jer 6,8 y sig.): "Escarmienta, Jerusalén, no sea que mi alma se aparte de ti y yo te convierta en una desolación […] porque serán apresados el hombre y la mujer, el anciano y el que está cargado de años. Sus casas pasarán a manos de otros […] Porque del más pequeño al más grande, todos están ávidos de ganancias, y desde el profeta al sacerdote, no hacen otra cosa que engañar. Ellos curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: "¡Paz, paz!", pero no hay paz. La paz, shalom, de la cual también habla la Santísima Virgen de Belpasso, expresa no sólo la ausencia de peligros externos, sino todo un ideal de prosperidad individual y colectiva, en las buenas relaciones con Dios y en la armonía social, ideal que es realizado por Jesucristo. […] "Deteneos en las calles y mirad, informaos acerca de los caminos del pasado dónde está la buena vía y tomadla, así encontraréis paz para vuestras almas. Pero ellos respondieron: "¡No la tomaremos!" […] He aquí que yo mando contra este pueblo la desventura, el fruto de sus pensamientos, porque no han prestado atención a mis palabras y han rechazado mi ley". Las palabras del apóstol Pablo y del profeta Jeremías son como un eco de las palabras de la Santísima Virgen de Belpasso cuando revela que familias, ciudades, naciones están en riesgo de pasar por una gran tribulación y cuando enuncia las causas de ello en el alejamiento de Dios, en la falta de testimonio de los cristianos y, más en general para el mundo, en la ausencia del sentido de Dios y en la inobservancia de las Leyes divinas escritas en el corazón del hombre. Por esto la Santísima Virgen prometió regresar una vez más: para avisarnos y mientras tanto, para protegernos. Contra este peligro la Madre de Dios opone el baluarte de la consagración total de cada uno de sus hijos al amor de Dios, ofreciendo como modelo, protección y escuela de vida espiritual los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria, imágenes del nuevo Adán y de la nueva Eva, modelos de la humanidad con nuevos corazones. En la segunda parte se anuncia, en efecto, un signo de esperanza, de liberación y de salvaguardia cuando invita a orientarnos y a confiarnos en los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria, y a permanecer firmes en el testimonio del Evangelio: "Pero antes que todo esto suceda te advertiré, de modo que tu puedas decirlo a todos. Será esto el signo tangible de mis apariciones y es más importante de los signos del cielo por su gravedad. No pierdan el ánimo: miren siempre a los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria. Que el Santo Evangelio esté en vuestras mentes, esté en vuestras palabras pero sobre todo sea escritura en vuestros corazones". Con este fin la Santísima Virgen quiere formarnos e indicarnos con mucha anticipación tiempos y modos de tan sagrada confianza, como gesto de esponsales con Cristo de toda la Iglesia, comenzando con su núcleo más pequeño, la familia, llamada con justicia iglesia doméstica. Lo hará en la 33ª aparición. LAS COMUNICACIONES DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Antes que esa aparición suceda, Rosario cuenta que en 1995, en un período en el cual nuestro continente europeo y otras varias partes del mundo estaban particularmente agitadas por guerras y tumultos, durante la Santa Comunión preguntó en oración a Jesús: "¿Señor, por qué no haces descender la paz en el mundo, ya que tu puedes?". Inesperadamente le respondió: "Es verdad que puedo, pero quiero que se reconozca que es fruto del triunfo del Corazón de mi Santísima Madre a través de la conversión de aquellas almas que obstaculizan la paz con su indiferencia hacia mí". En otro momento de oración durante la Santa Comunión, Jesús le dijo: "Quiero que se difunda todavía más, se conozca más y se practique más la devoción al Corazón Inmaculado de mi Santísima Madre como acto de culto que conduce a mi Corazón". Rosario objetó que la Iglesia ya reconoce este culto. Y el Señor respondió: "Es verdad que lo reconoce, pero pocos lo practican ofreciendo plegarias y sacrificios de reparación por la conversión de los pecadores, consolando al mismo tiempo al Corazón de mi Santísima Madre y también al Mío. Este es el culto que busco y que deseo". En otra ocasión el Señor le dijo durante la Santa Comunión: "Vengo a pedir el cumplimiento de aquellos propósitos que últimamente los sucesores de Pedro han expresado, esto es, que cada nación, cada diócesis, cada parroquia y familia se consagren al Corazón Inmaculado de mi Santísima Madre". Rosario objetó que para alguna de éstas había sido posible, pero que era difícil extender esta consagración a cada una de las familias. Él le respondió: "Es verdad, pero ello apresurará y consolidará la paz que Yo he confiado al Corazón de mi Santísima Madre, y luego, con mi gracia todo se puede. Confía en Mí rezando y sacrificándote por esta intención". (En efecto, los últimos Pontífices, como Pío XII, Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo II, cada uno a su modo, han pronunciado o al menos, han animado la consagración al Corazón Inmaculado de Maria. Ya el papa Pío XII, por ejemplo, en su carta encíclica Auspicia quædam del 1° de mayo de 1948, así declaraba: "Nosotros, casi en representación de la humana familia por Él redimida, queremos también consagrarla al Corazón Inmaculado de Maria Virgen. Deseamos por lo tanto que, cuando así la oportunidad lo aconseje, se haga esta consagración sea en las diócesis, sea en cada parroquia y en las familias; y tenemos confianza que de esta privada y pública consagración surgirán abundantes beneficios y celestiales favores"). En fin, durante aquel mismo año, Rosario escuchó estas palabras: "Si no se escuchan mis pedidos, no obstante que hoy tengáis el seminario lleno, un día tendréis las parroquias vacías". Entonces, el 25 de marzo de 1999 llega la última aparición que la Madre de Dios había prometido para avisar a todos sus hijos que encuentren remedio y defensa contra las amenazas que el maligno trama seduciendo a muchas almas. La Madre de Dios afirma que ha llegado el momento para que sus hijos regresen a la fuente de su misma consagración bautismal para alcanzar las promesas con la ayuda de su Corazón Inmaculado: a través de su consagración aún las almas lejanas de Dios serán hechas partícipes, abrazadas y protegidas por la infinita divina misericordia. El plan de la Madre de Dios comienza por la iglesia doméstica, la familia, pero luego quiere abrazar a toda la Iglesia, involucrando a parroquias y diócesis de todo el mundo. Entonces, todos los pastores de la Iglesia están llamados a cooperar y a asistir espiritualmente, según también la exhortación del Papa: "Una atención especial, luego, debe ser asegurada a la pastoral de la familia, tanto más necesaria en un momento histórico como el presente…" (Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 47) A la pregunta de Rosario sobre cómo debe hacerse, la Santísima Virgen responde que hay que informar por escrito a su Obispo en lo que se refiere a las comunicaciones del Señor Jesús. Le ordena también informar al pueblo de Dios pero sin hablar de locuciones. Lo hará en la tercera relación. Rosario reveló estas comunicaciones a los directores espirituales ya desde 1995 y en los años sucesivos. Cuando en 1999 la Santísima Virgen se lo ordenó, las refirió también al Obispo de la Iglesia de Catania, renovando los llamados en los años siguientes e insistiendo sobre la consagración de las familias. En marzo de 2001, comprendiendo que se aproximaba aquel peligro hacia el cual se estaba precipitando la humanidad, también reveló al Obispo la aparición de 1999 y los llamados de la Madre de Dios. En septiembre de 2001, como es de conocimiento, se ha hecho evidente la gran ofensiva terrorista y una nueva y más temible fase de inquietudes y conflictos por el mundo entero. ¿Cómo quiere la Santísima Virgen de Belpasso que se realice la consagración de las familias? La familia cristiana, por la gracia de los Sacramentos, que vive en una concreta experiencia de fe y de caridad, se pone como signo y reflejo del Amor Trinitario y como actuación original e imagen de la Iglesia, tanto, que merece el nombre de "iglesia doméstica" (cf. Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 11). Participa en la vida y en la misión de la Iglesia, recibiendo y transmitiendo el amor de Cristo. Ofrece a Dios el culto espiritual con la plegaria común y el ofrecimiento del propio estar juntos, en la acción y en el reposo, en el sufrimiento y en la alegría, celebrando la Eucaristía en el día del Señor, avanzando juntos en el camino de la fe (cf. CEI, La verdad os hará libres, 1071-72). Puestas estas premisas, la consagración de la familia al Corazón Inmaculado de la Madre de Dios se propone como valida ayuda a cuantos quieren vivir mejor siguiendo las huellas de Jesús. Imitando las virtudes de Maria, discípula perfecta de Cristo, la familia consagrada podrá testimoniar el amor de Dios en la Iglesia y en el mundo. Por eso se puede comprender mejor el sentido de los tres signos ofrecidos por Maria: el ramito de olivo formado por dos variedades diversas (imagen que recuerda la Carta a los Romanos, 11, 17-24, donde San Pablo habla de un olivo bueno y de un olivo injertado en él, símbolo de los hebreos y de los gentiles, ambos beneficiarios de la reconciliación con Dios), como signo de unidad y reconciliación entre los pueblos, en la paz de Dios, en Cristo, por realizarse en un recorrido de conversión de cada uno, comenzando por el propio núcleo familiar. El rosario es el signo de la intimidad con Dios: permaneciendo siempre unidos en la oración en familia, en comunión con el Señor, especialmente mediante el Santo Rosario, meditando en Su Palabra, se nos conforma siempre más a los deseos y a la perfección de Dios y se llega a ser auténticos testigos del Amor Trinitario, primero en familia y luego por los caminos del mundo. El Corazón mismo de Maria, que ofreciendo al mundo su Hijo crucificado, se ha como ofrecido a sí misma en sacrificio, recibiendo una espiritual espada de sufrimiento, es un signo para nosotros, y se actualiza y renueva cada día con nuestra coparticipación al sacrificio de Jesús en la Comunión eucarística, uniendo en él nuestras oraciones, buenas acciones, sufrimientos, etc., para realizar el misterio de la Redención por cuantos aún están lejos de Dios pero siempre amados por Él. |