MENSAJES

 La Santísima Virgen se manifiesta a Rosario en su casa de Catania con tres apariciones, por así llamarlas, preparatorias. Él ve sólo una misteriosa luz y escucha una voz de mujer que lo exhorta a rezar por los pecadores y a tener confianza por la enfermedad viral que lo debilita desde meses atrás, haciéndolo ausentarse muy seguido de la escuela.

La enfermedad del muchacho y las consecuentes numerosas faltas a clases inducen a sus padres, un domingo a la mañana (4 de mayo de 1986) a hablar con el director y con algunos docentes de la escuela, dirigida por religiosos, los Hermanos de las Escuelas Cristianas, luego de la santa misa que se celebra en la capilla, para que sean indulgentes con respecto a su hijo.

En la última de las tres apariciones "preparatorias" la misteriosa voz se revelará como la Inmaculada Madre de Dios, y dirá al joven que deberá ir el domingo 11 de mayo a las proximidades de la casa de campo de su abuelo paterno en Belpasso, para verla enteramente.

Domingo 4 de mayo de 1986 (casa de Rosario)

Estaba solo en casa y esperaba a mis padres que habían ido a la escuela para hablar con los profesores a causa del virus que me hacía faltar tanto. De repente, en la cama, me sentí sorprendido por una extraña sofocación: tenía miedo.
Algo me obligó a levantarme, y quedándome de pie en mi cuarto, sentí un mejoramiento repentino.
Después una voz desconocida me dijo:

"Haz sufrido bastante, ahora basta".

Un fuerte estremecimiento me bajó por la espalda.
Pensé que fuese algo arreglado por mis padres para hacer descender mi fiebre.

Pero una gran luz surgió de un punto de la habitación, y entretanto aquella voz femenina me decía que debía rogar por los pecadores, que no debía desesperar por la fiebre y que no debía decir nada a nadie. Yo, curioso y atemorizado, le pregunté: "Quién es Usted?"; la Blanca Luz me respondió:

"Te diré quién soy cuando sea el momento".

Dicho esto, la Luz desapareció. Quería escapar, pero no lo hice: no sé por qué.

 Lunes 5 de mayo de 1986 (casa de Rosario)

La luz me reapareció y me dijo que aparecería más veces, me dijo que todavía no debía decir nada a nadie.
Yo le pregunté de nuevo: "Quién es Usted?" y la Blanca Luz me respondió:

"Te diré quién soy cuando sea el momento".

Luego me dijo que rezara mucho.
Dicho esto, desapareció como la otra vez.

 Miércoles 7 de mayo de 1986 (casa de Rosario)

La Blanca Luz apareció de nuevo y me dijo que rezara todavía.
Yo le pregunté con insistencia: "Quién es Usted? Por favor, puede decírmelo?"

La Blanca Luz me respondió:

"Hoy ha llegado el momento de decirte quién soy. Yo soy María Madre de Dios, la Inmaculada Concepción. Tu podrás hablar de mi venida dentro de pocos días y sólo a algunos. Si quieres verme debes recitar el Santo Rosario".

Después me explicó dónde debería ir el domingo, día de la Ascensión de Nuestro Señor, 11 de mayo.
Luego, dicho esto, desapareció como las otras veces.

 

 Jueves 8 de mayo de 1986 (en esta fecha no apareció la Virgen)

A la hora del almuerzo, les conté todo a mis padres que no creyeron mucho. Mi padre menos, mi madre más. Luego de algunos días avisamos a mis tíos y a algunos parientes más íntimos. Algunos más incrédulos, otros menos, todos vinieron el 11 de mayo para asistir a la cita. Lo dijimos también a algunos de mis primos: todos prometieron no decir nada a nadie, ya que la Virgen decía: "Dios obra en el silencio".

El mensaje fundamental de la 1ª aparición (11 mayo 1986) pone de relieve la importancia de la celebración eucarística y de la fe, como don para custodiar y cultivar en la Iglesia y para el futuro de la Iglesia, subraya luego el valor de la oración como experiencia de la presencia de Dios y el valor de la humildad como premisa de una verdadera conversión, presupuestos éstos de todo apostolado.

La 2ª aparición pone la atención sobre las realidades celestiales y por lo tanto, por una parte invita a invocar a los ángeles como ministros de la gloria de Dios contra las potencias del maligno, y por la otra exhorta a tener un mayor cuidado sobre los agonizantes para que en su traspaso del tiempo a la eternidad, tengan toda la asistencia espiritual necesaria.

Desde la 3ª aparición (1 junio 1986) hasta la 11ª (18 septiembre 1986) los nueve mensajes están centrados en la acción del Espíritu Santo Amor infundido en los corazones (1 junio 1986) y que se manifiesta junto con el Padre y el Hijo en la creación (8 junio 1986). Tal esplendor se expresa ante todo y en la forma más alta en el Corazón de la Virgen Maria (aparición importantísima del 18 junio 1986) pero la Santísima Virgen quiere ayudarnos a hacer resplandecer también en el corazón de los creyentes esa presencia divina iniciada con el bautismo, exhortándolos a combatir las debilidades y el pecado al cual están sujetos, recordando el sacrificio de Cristo (1 julio 1986; 8 julio 1986; 18 julio 1986) e invocando los dones del Espíritu para servirse de ellos de la mejor manera (1 septiembre 1986); 6 septiembre 1986) y ser así transformados en el amor perfecto del Señor (18 septiembre 1986).

 Domingo 11 de mayo de 1986 (Ascensión de Nuestro Señor, roca de Belpasso)

Eran las 12:30 y yo y mis tres primos nos pusimos en camino para buscar el lugar donde la Virgen me había prometido que la vería.
Dejando atrás la verja de nuestro chalet, comenzamos a dirigirnos hacia el bosquecito adyacente. El sendero por el que caminábamos se iba curvando hacia la izquierda, de tal manera que pronto nos encontramos de nuevo en el punto de partida.
Miré un poco a mi alrededor porque me parecía inútil ir de nuevo hacia el bosquecito. Así vi, de lejos, una hermosa roca, distinta por color y forma a las otras, como también particular por su posición.
Estaba seguro que aquel era el lugar de la aparición. Comencé a descender por la bajada que llevaba al camino principal, llevando detrás de mí a mis primos.
Prestando mucha atención al cruce del camino (también por mis primos más pequeños), llegamos al otro lado de la calzada, en una extensa zona rocosa.
Comenzamos a caminar de nuevo, esta vez en medio de arbustos en matas. Una cosa particular, que nos sorprendió, era aquel sendero que, a través de aquel lugar, llevaba a un gran espacio, desde donde dominaba la hermosa roca de forma cúbica
Llegados allí, nos sentamos y esperamos.
Entre tanto, mis tíos y mis padres, que se habían quedado en casa, asomados al balcón desde donde nos seguían con la mirada, habiendo entendido que habíamos encontrado el lugar de la Virgen, vinieron hacia nosotros, nos alcanzaron y rezamos juntos.
Eran ya las 13 (las 12 hora solar). El cielo era de un hermoso celeste. Vi una nube blanca que poco a poco se acercaba hacia nosotros, descendió muy bajo y se detuvo muy cerca de la roca. La nube comenzó a expandirse y a ampliarse como una flor: ya filtraba una fuerte luz como aquella que aparecía en mi casa, y luego vi una dulce Señora, vestida de blanco, con un manto blanco sobre la cabeza bordado de oro; tenía una faja blanca también bordada de oro, las manos juntas y un rosario entre las manos. (Luego, el 18 de junio, la vi con los brazos abiertos y el Corazón Inmaculado).

La Blanca Señora dijo:

"Los bendigo, hijos míos. Refuercen su fe participando siempre, pero de todo corazón, en la Santa Misa.
La fe es un fruto que jamás se debe marchitar.
La Iglesia, la fe, deben ser el presente para Uds. que luego serán la Iglesia futura.
Cuanto menos crean, más sufrirán.
Recen siempre más, y pongan todo el corazón en la oración.
Lean seguido la Sagrada Biblia, entenderán muchas cosas sobre la vida santa y sobre el temor de Dios.
Es necesario hacer obras de bien, sí, pero eduquen también sus pensamientos, sean humildes con sus pensamientos: la humildad está bendecida por Dios.
Tengan siempre, en todo momento, a Vuestro Señor en sus corazones: su presencia les dará fuerza para continuar sus caminos y para obtener siempre la salud del alma y del cuerpo.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Regresaré en 7 días".

Luego, la nube se cerró, comenzó a elevarse hacia el cielo y la Virgen desapareció.

Domingo 18 de mayo de 1986 (roca de Belpasso)

"Estoy con Uds., hijos míos, en medio de Uds.
Les recuerdo que Uds. rezan poco a los Angeles, poco los invocan.
Ellos hacen mucho por Uds. Ellos combaten el mal.
Rueguen a las legiones de Angeles y al Señor Jesús, que combatan el mal.
Di a todos que rueguen así:

Legiones de seres perfectísimos de Dios: Angeles, Arcángeles, Querubines, Serafines, Principados, Potestades, en toda su luz y su majestad, encabezados por Nuestro Señor, combatan el mal que seguido nos amenazará.
Seres perfectísimos, seres de bondad, protejan del maligno a esta humanidad.

Sepan que muchas almas no están en gracia de Dios, los enfermos rehusan los Sacramentos en punto de muerte: te doy una oración confortadora para ellos y para estar en gracia de Dios.

Día y noche yo creo en Ti.
Día y noche yo Te adoro.
Día y noche yo espero en Ti.
Día y noche yo Te amo.
Día y noche yo ruego a Ti.
Oh! Jesús, sálvame, con todo tu amor llévame Contigo.

Con esta oración, es necesaria la Santa Comunión.

Se que tu tienes la intención de construir un día, una capilla, pero por ahora te digo no; si la capilla debe ser construida, la acepto por la unión de los fieles.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

R: Virgencita, cuándo retornarás?

M: Vendré el primer día del mes próximo.

R: Virgencita, mi mamá te pregunta si me curarás.

M: Te curarás dentro de un mes, te diré quién soy y te revelaré algo.

Domingo 1 junio de 1986 (roca de Belpasso)

Mi amor está con Uds. y está en Uds., hijos míos.
El Espíritu Santo, don del Señor, con la oración se derramará en Uds. y los acompañará, los ayudará, los guiará, les enseñará lo que deben hacer.
Será la luz que guía, un faro a los ojos de Uds., revelador de verdad, de amor, espejo de justicia infinita, vía de salvación, arca de amor, puente hacia la vida eterna.
Agradezcan ahora y siempre al Espíritu Santo que les permite, sólo invocándolo, abrir los ojos sobre la recta vía y leer en el otro, en el prójimo, a Jesús, vuestro Señor y Maestro, difusor de salvación, de verdad y de amor.

R: Virgencita, cuándo regresarás?

M: Vendré el próximo domingo, continúen rezando, recen mucho, confíen en Mí. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: recuerden, estoy siempre con Uds.

Domingo 8 de junio de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, estoy feliz con sus oraciones y también lo está mi Hijo Jesús, que los salvará si continúan a amar el bien.
Recuerden que también existen los otros, es hermoso que Uds. rueguen por ellos, pero no es suficiente, hagan de modo que oren, porque en la oración está Dios: hablen con la Santísima Trinidad: son tres Personas distintas pero es única. Ella vive en el amor. Dios es portador, salvador, donador.
Dios porta: les lleva su mensaje de amor, a través de la vida.
Dios salva: los salva por medio de su Hijo Jesús.
Dios dona: les dona por medio del Espíritu Santo, sus siete santos dones.
Contemplen las maravillas del amor de Dios, la perfección del Universo. Y en toda esta grandeza encontrarán a Dios... el Dios del amor.
Muchas veces olvidan que todo lo que los rodea se los ha dado Dios, somos sus criaturas. Yo le doy gracias también por Uds. que se olvidan... , y muy a menudo sucede esto.
Pero no teman. Él los perdona porque es bondad infinita y sabe que son imperfectos en el amor.

R: Virgencita, vendrás el 18 de este mes?

M: Vendré y te revelaré algunas cosas.

Hijos míos, esfuércense al máximo en este mes en la oración y en la participación en la Santa Misa: es importante la Santa Comunión, reciban el alimento de la vida eterna.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Martes 17 de junio de 1986 (casa de Rosario)

La fiebre en estos días, había subido más que de costumbre, 38 grados, tanto que me quedé en cama y mis padres casi no creían más en las palabras que había dicho la Virgen a este propósito.
Nos quedamos despiertos hasta las 23.50 y la fiebre era siempre de 38º.
A esta hora comencé a tener mucho calor y transpiraba. La fiebre estaba descendiendo.
Hacia las 00.05, o sea ya día 18, mis padres me tomaron nuevamente la fiebre, todavía un poco desconfiados. Los acusé de tener poca fe.
La fiebre había descendido a 36.4 grados. Esta fue la prueba para todos y el día después me levanté en buenísimas condiciones, listo para ir al encuentro de la Virgen y también para agradecerle.

 

Miércoles 18 de junio de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, me complazco por sus oraciones, ellas son muy útiles para sus almas. Sigan rezando por la conversión del mundo.
Lo digo al mundo: conviértanse y sépanlo hacer en el nombre de Jesús. Ya no hay tiempo para preocuparse del cuerpo, piensen en la purificación de sus almas, corran a Jesús en la Eucaristía: Él es la salvación de Uds.
Muchos hombres, con su superficialidad y anhelo de grandeza, ofenden al Señor.
Quién es como Dios? Nadie es como Dios.
Presten atención esos hombres de poca fe o los ateos: la verdadera vida feliz está en el Cielo.
No piensen que Dios no existe. Dios siempre estuvo y siempre estará. Los creó por un acto de amor, misericordia y bondad. Adórenlo entonces, lóenlo, glorifíquenlo, rueguen a Él para que les dé la gracia de gozar el premio eterno y prométanle fe, humildad y oración. Hagan todo esto en el nombre de Él y para su mayor gloria.

R: Virgencita, te agradezco por haberme hecho sanar.

M: Los sufrimientos son espinas, pero ofrecidos a Jesús, son rosas. No se lamenten nunca, porque Jesús ha sufrido más que cualquiera y poco se ha lamentado.
Jesús les da Su amor, cuando le ofrecen las humillaciones que reciben.
Jesús les da Su amor, cuando le ofrecen los insultos que reciben.
Ofrezcan cada mal que reciban a Jesús, y díganle que es por Su amor que lo reciben, y que se lo ofrecen por la conversión de los pecadores, y en Él tendrán consuelo.

R: Virgencita, me habías prometido que me revelarías algunas cosas. Con qué título te presentas?

M: Yo soy la Reina de la Paz y deseo revelar al mundo Mi amor.
Mi Corazón está muy dolorido, y para hacer conocer el Corazón Inmaculado de la Reina de la Paz me serviré de ti. En verdad no te prometo una alfombra de rosas sobre esta Tierra...

Dichas estas palabras, la Virgen separó las manos y alargó el brazo derecho hacia delante con el rosario en la mano como invitando a la oración, el izquierdo lo plegó un poco, en signo de protección. Del centro del pecho de la Virgen salía un gran resplandor y después vi el Corazón de la Virgen circundado por muchas espinas, tantas que hacia abajo se agrupaban casi en un matorral.

Me sentí inmerso en aquella luz y podía contemplar el amor de la Ssma. Virgen.

Dentro de siete días será mi fiesta.
Confíen en mi Corazón Inmaculado, no los abandonará nunca.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

R: Virgencita, cuando regresarás?

M: Vendré el primer día del próximo mes... ahora debo irme.

Martes 1 de julio de 1986 (roca de Belpasso)

Estoy cerca de Uds. hijos míos. Que el alma de Uds. magnifique al Señor, loen las maravillas de Su creación. Les traigo la paz del Señor, la paz esté con Uds. y de Uds. que se irradie por la paz del mundo y que se irradie desde los corazones de la humanidad.
Rueguen para que el mundo esté en el amor y para que el amor reine siempre según el deseo de la Santísima Trinidad. Que los Angeles y Santos vengan a reinar y a vencer sobre el mal y que el mal se disperse, pero es necesaria la oración.
Sigan rezando el Rosario.
Donen siempre sus sufrimientos a Dios. Donarlos quiere decir recibir gracia y merecer la salvación, acercándose a Dios, reconciliándose con Dios.
Los bendigo ahora y siempre en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El amor y la paz de Dios esté siempre con Uds.

R: Virgencita: cuando retornarás?

M: Vendré dentro de siete días.

 

Martes 8 de julio de 1986 (roca de Belpasso)

En este día veo a la Virgen dolorosa y con lágrimas en los ojos.

R: Por qué lloras?

M: Lloro porque mi Hijo llora, lloro porque mis hijos se complacen con el enemigo de mi Hijo.
Los hombres no tienen ninguna consideración por la sangre derramada sobre la Cruz por mi Hijo. Quien está en pecado y desea la misericordia, el perdón de su Redentor, que se arrepienta y reciba la absolución de sus pecados por los ministros de mi Hijo.
Escuchen Sus mensajes de amor, se leen no sólo en el Evangelio sino también en la Cruz. Ámenlo, sépanle decir que no son sordos a Su reclamo. Deseo que digan muchos Padrenuestros. Deseo llevarlos a la salvación, confíen y corran hacia mis brazos, para que los lleve enseguida a Dios. Háganse siervos del Señor y díganle que desean hacer Su voluntad. Él se complace en el amor de su pueblo, sean Sus apóstoles. Deseo dar esta oración a los sacerdotes, que son grandísimos apóstoles.
Yo soy la Madre de la Iglesia y la Reina de los Confesores de la Fe, es justo entonces que como una madre, los ayude.

He aquí a Tu siervo, he aquí mi amor.
He aquí el apóstol tu dador.
He aquí la paz que quiero llevar.
He aquí la luz, la luz de amor.
He aquí el amor que quiero dar.
He aquí el apóstol siervo en cada instante de Dios Padre Omnipotente.
He aquí que llevo a Jesús en mi corazón, a Jesús quiero llevar a muchos.
He aquí el apóstol del Amor Divino, Jesús ilumíname en mi largo camino.

Los bendigo ahora y siempre en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El amor y la paz del Señor Nuestro Dios esté siempre con Uds. y con Uds. quede siempre, por Cristo Nuestro Señor. Que todos los ministros estén iluminados por el Espíritu Santo.

R: Virgencita, continuarás viniendo? Cuándo vendrás?

M: Vendré dentro de diez días. Rueguen siempre y confíen en Mí, en Mi Corazón, en Jesús, y enciérrense en su Sacratísimo Corazón.

 

Viernes 18 de julio de 1986 (roca di Belpasso)

También esta vez veo a la Virgen dolorosa con lágrimas en los ojos

Mi llanto se corresponde con el de mi Hijo. ¿Cómo consolarlo de tanta cólera?, está muy dolorido. Jesús sufre todavía por amor a Uds., pero Uds. ¿qué hacen por Su amor si de veras lo aman?
Estoy dolorida y lloro por la pobre humanidad; por mi Hijo Jesús, todavía ofendido. ¿Qué pedimos nosotros? Nada, fuera del amor fraterno. No hay precio, sólo el premio de una vida de paz y gozo: la salvación del alma. El Redentor llora y continuará llorando a causa de los pecados de Uds., de la poca búsqueda del bien y de la mucha búsqueda del mal que hacen Uds. No piensen en el bien del cuerpo sino en la mejoría del espíritu.

R: Virgencita, no llores, habla a la humanidad de Tu amor.

M: El mío es un amor viviente en Uds. Los amo mucho y desearía que cada una de las grandes o pequeñas acciones de amor de Uds. las dedicasen al amor de Jesús y por Su glorificación. Nos conformamos con poco. Es suficiente con que eso sea amor y abandono total a Nosotros.
Uds. son mis hijos, y no crean que los abandono. Uds. son libres en sus elecciones. Lo mío es sólo una invitación a seguir un camino recto.
Dios los ama mucho, pero Uds. no lo comprenden. Dios es omnipotente, Dios es clemente, Dios es misericordioso, pero no interviene siempre en esta Tierra, porque entonces Uds. no serían libres, estarían condicionados y obligados. Su deseo es el de tener almas que hayan elegido libremente el recto camino.
Yo vengo sólo para ayudarlos: soy la Madre de Uds. Estén siempre atentos a las tentaciones, luchen contra el mal en el nombre de Dios, para que sea glorificado y proclamado vencedor del mal.
Deseo mucho que sus oraciones en estos días se dupliquen por la paz en el mundo y por la misión de los ministros de Dios, iluminados por el Espíritu Santo.
Los bendigo en el nombre de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

R: Virgencita, cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día no del próximo mes, sino del otro. Vayan y obren según el amor.

 

Lunes 1 de septiembre de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, que Dios esté con Uds. y hagan que esté también con aquellos que Lo tienen en sí.
Quien no tiene a Dios consigo tiene una gran necesidad de tenerlo, porque sin Él, nada hay en este mundo para traer al nuestro: sin la fuerza del Espíritu Santo no hay nada en el hombre.
Quién busca valores en esta Tierra, recuerde que nada llevará consigo al final: sólo su alma le será pedida y sólo ésta será juzgada.
No olviden que todo lo que hagan, en el bien y en el mal, será pesado.

R: Virgencita, quieres alguna cosa de nosotros?

M: Deseo que recurran a los dones del Espíritu Santo. Les explicaré la importancia de estos dones de modo tal que se puedan servir mejor de ellos.
Los dones del Espíritu Santo son siete, pero éstos les van develando otros que también son importantes: Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad, Santo Temor de Dios.
Los primeros tres forman un árbol de sólidas raíces.
La Sabiduría tiene origen en la Sagrada Biblia, la fuente de la verdad, don de Dios. Todo aquello que quieran saber sobre la voluntad de Dios respecto de Sus hijos, lo encontrarán por medio del Espíritu Santo.
La Inteligencia: muchos creen tenerla, pero en verdad sólo el Espíritu Santo podrá suscitar este don y convertirlo en Su voluntad, voluntad de amor.
El Consejo es la consecuencia de los primeros dos dones. Todo aquello que tengan en Uds. por medio del Espíritu Santo será para Uds. el consejo dictado por Dios. Acuérdense de invocar siempre al Espíritu Santo, meditar mis palabras. Los ojos de Uds. deben estar abiertos allí. Los llevaré al camino del amor, los guiaré con una óptima luz, los llevaré a una óptima casa: la del Señor.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... Ahora debo irme.

R: Virgencita, seguirás viniendo? cuándo vendrás?

M: Vendré dentro de cinco días. Busquen abrirse a mi Hijo Jesús y recíbanlo en la Santa Comunión, purifíquense y siempre formen parte de su grey. Su Corazón Sacratísimo arde por Uds. Sean Sus dignos soldados en la lucha contra el mal.

 

Sábado 6 de septiembre de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, la paz sea con Uds.
La humanidad debe eliminar del propio corazón el rencor y el odio. Mi amor llevará la paz a sus corazones. La paz es la via para la mejor disolución de aquellos corazones petrificados por el rencor y el odio.
Deseo aportar luz sobre los dones del Espíritu Santo que quedaron sin comentar.
La Fortaleza y la Ciencia son la una consecuencia de la otra.
La Fortaleza: la fuerza moral es un don que les consiente soportar sufrimientos con pía firmeza.
La Ciencia es la síntesis de los dones, la luz para los dubitativos.
La Piedad: propaga fe y dulzura. Está muy cerca, sobre todo, de los misioneros. Propaga las oraciones.
Estos Santos Dones del Espíritu Santo, si no están irradiados por el Santo Temor de Dios, no tienen ningún valor. El Temor de Dios es el respeto a la Santísima Trinidad, porque es el Padre que los ama, y amándolos, por medio de Su Hijo los salva y por medio del Espíritu Santo los santifica.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... Ahora debo irme.

R: Virgencita, cuándo vendrás?

M: Vendré dentro de doce días

 

Jueves 18 de septiembre de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, hoy deseo recordarles la penitencia. Ofrézcanla por la conversión de los pobres pecadores. Los invito a no ser jueces de sus prójimos. Consideren que sólo un juez no se puede equivocar: Dios, que es justicia infinita.
Deseo que ninguno diga que no ha pecado, porque se equivoca y por lo tanto, peca. Recuerden a tal propósito la parábola del fariseo y del publicano.

R: Virgencita, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Cómo es el Cielo?

M: Es imposible describir algo que no es de este mundo. El amor del cielo es inmenso. Infinito es el amor de Dios.
Jesús busca a los pecadores, los invita y los acoge, para que se arrepientan y Él los pueda perdonar. Su Corazón está abierto a todos, para que todos conozcan su amor.
Deseo indicar a la humanidad la via del cielo, en el amor perfecto del Señor.
La paz viene del amor. Sepan amar, pero sobre todo, perdonen. Tengan corazones de niños, ya que son dignos del amor de Dios: amor, amor, amor siempre dado a Dios.

R: Virgencita, ¿quieres otra cosa?

M: Deseo que se siga rezando el Rosario y que se lea más seguido el Santo Evangelio, la Palabra de Dios, que esté en sus mentes, en sus palabras, pero que sobre todo esté escrito en sus corazones... Ahora debo irme.

R: Virgencita, continuarás viniendo?

M: Vendré, pero no en el próximo, sino en el otro mes, en la celebración de Cristo Rey. No traerás todo lo que has traído las otras veces. Podrás hablar de mis apariciones a alguna persona, pero que sea creyente.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que el Padre esté en sus mentes, el Hijo en sus corazones y el Espíritu Santo en sus almas.

Desde la 12ª aparición (23 noviembre 1986) hasta la 18ª (1° abril 1987) los siete mensajes denuncian las estructuras de pecado presentes en el mundo de hoy en día, evidenciando sus consecuencias, llamando la atención sobre el destino próximo de la humanidad y al mismo tiempo sobre el destino último de nuestra existencia (las visiones simbólicas del infierno, del purgatorio y del paraíso). Los mensajes también muestran los medios (la consagración al Corazón Inmaculado de María y al Sagrado Corazón de Jesús) para obtener aquello que de bueno pueda reservar el futuro y para evitar todo lo negativo que ese mismo futuro pueda plantear.

Domingo 23 de noviembre de 1986 - Cristo Rey - (roca de Belpasso)

Hijos míos, hoy los invito particularmente a hacer reinar en sus corazones a Jesucristo y a su Palabra, para que reine la paz donde reina el Señor. Sus familias deben ser pequeños oasis de paz, deben ser un pequeño signo de la futura venida del reino de Jesucristo. Pero el reino de Jesús vendrá a través Mío; Mi Corazón debe triunfar y luego será el último y gran triunfo del Corazón de Jesús. Por esto mis hijos, aquellos verdaderos, deben entrar en el seguro refugio de Mi Corazón.
El mundo está sobrecargado de injusticias, de opresiones, de pecados.
Las naciones del mundo dependen de dos naciones más grandes, pero todas se equivocan. En los Estados Unidos de América y en los estados que dependen de ellos, el demasiado liberalismo ha hecho que el pecado sea una cosa lícita, y la indiferencia hacia el hermano necesitado que muere de hambre y de penurias, una cosa necesaria.
En Rusia y en los estados que dependen de ella, por el contrario, las demasiadas opresiones, el hambre y las persecuciones contra la Iglesia, han reducido al hombre casi a la condición de animal insignificante. Cuántas espinas han sido infligidas en Mi Corazón, y cuántas están siendo infligidas por los errores que esas naciones han esparcido por toda la tierra.
Que las naciones estén atentas porque la potencia de la mano de Dios podría abatirse sobre ellas. Por este motivo deseo que no sólo se convierta Rusia y se la consagre a Mi Corazón Inmaculado, cosa que pronto sucederá, sino que también se conviertan los Estados Unidos de América.
Que el reino del Señor Jesucristo llegue pronto, y que sea el advenimiento de la era de justicia, de caridad y de paz.Que el Santo Evangelio, palabra de Dios, esté en sus mentes y en sus palabras, pero que sobretodo, esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, deseas alguna otra cosa de nosotros?

M: No, nada más por hoy. Vayan y procedan según el Evangelio, obrando en el bien. Mi bendición esté con Uds.: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas...Ahora debo irme.

R: Virgencita, continuarás viniendo?

M: Continuaré viniendo.

R: Y cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes. Vendrás sólo con tu madre, no traigas a otras personas. Recitarás el Rosario Conmigo.

 

Lunes 1 de diciembre de 1986 (roca de Belpasso)

La Virgen me invitó a recitar el Santo Rosario con ella.

Yo acepté.

La Virgen comenzó con el signo de la cruz. La cruz de Su rosario la tenía apoyada sobre Su Corazón Inmaculado, con la mano derecha, mientras con la mano izquierda hacía correr los granos.

R: Oh! Dios, ven a salvarme. Señor, apresúrate a socorrerme.

M: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen.

En el primer misterio gozoso el Angel Gabriel me anunció que Yo tendría un Hijo por obra del Espíritu Santo.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas...

M: En el segundo misterio gozoso visité a Santa Isabel.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas...

M: En el tercer misterio gozoso nace Jesús y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas...

M: En el cuarto misterio gozoso presenté Jesús al templo, un profeta Me anunció que una espada Me traspasaría el Corazón.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas...

M: En el quinto misterio gozoso luego de tres días de búsqueda encontré a Jesús entre los doctores de la Ley.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas... un Padrenuestro, un Avemaría, un Gloria, Salve Regina, Recitado de las Letanías.

Virgencita, te agradezco por este hermoso recitado del Rosario.

M: Este será el último de nuestros frecuentes encuentros.

R: Virgencita, continuarás viniendo?

M: Continuaré viniendo.

R: Y cuándo será?

M: Vendré dentro de siete días. En esa fecha no estarás solo. Comenzaré a venir menos seguido y anunciaré al pueblo de Dios el camino del amor.

 

Lunes 8 de diciembre de 1986 - Inmaculada Concepción (roca de Belpasso)

Hijos míos, los he reunido en este lugar para recordarles que no se pierdan en el pecado, que no cedan a las tentaciones que los mantienen atados a las pequeñeces humanas.
No olviden que Jesús murió por llevar sobre sí los pecados del mundo y para redimirlos. En el fuero íntimo de cada uno pregúntense cómo agradecieron este gran sacrificio hecho por Jesús.
El Señor es fiel a su pacto. Uds. en cambio, distraídos, se olvidan. Sólo lo recuerdan en los momentos de necesidad y en la hora extrema.
Tantas veces Jesús ha sido abandonado y poco reverenciado en ciertos tabernáculos del altar. Él, no obstante, en Su infinita Misericordia, les promete la asistencia en punto de muerte con los Santos Sacramentos, a quienes, en cada primer viernes de mes, por nueve meses consecutivos, confiesen y comulguen.
Deseo que todos mis hijos vengan Conmigo al cielo, por eso, también Yo prometo asistir en punto de muerte a todos aquellos que cada primer sábado de mes, por cinco meses consecutivos, se confiesen y comulguen, reciten el Rosario y me hagan compañía un cuarto de hora, meditando los 15 misterios del Rosario con el fin de ofrecerme reparación.
Que se haga ayuno por la conversión de los pecadores y para hacer penitencia.
Que el Santo Evangelio, palabra de Dios, esté en sus mentes y en sus palabras, pero que sobretodo, esté escrito en sus corazones.
Abandónense al Sagrado Corazón de Jesús y a Mi Corazón Inmaculado: consagren sus familias a Nuestros Corazones, y llevarán paz a sus almas.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que el Padre esté en sus mentes, el Hijo en sus corazones y el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, continuarás viniendo?

M: Continuaré viniendo.

R: Y cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

1 de enero de 1987

Alrededor de Rosario ya comienza a reunirse mucha gente. Son casi mil las personas que conociendo el hecho están presentes en las apariciones. El joven, recibido el mensaje, lo transcribe en una hoja que luego se divulgará a través de fotocopias. La Virgen se presenta con el título de Reina de la Paz, y pide conversión y amor hacia Jesús.

Yo soy la Reina de la Paz, Regina Pacis, Kralice Mira, Reine de la Paix, the Queen of Peace, Königin des Friedens. Yo soy María, Madre de Dios.
Deseo que entren en Mi Corazón con mucha humildad y mucho amor, deseo que reciten cada día el Rosario, deseo que comulguen, que se confiesen, de modo de ser cada vez más dignos del amor de Cristo.
Grande es el dolor de mi Hijo, porque este nuevo año será lo mismo, habrá pecados, también se harán ultrajes a la Iglesia.
Que no se ofenda más al Santo Padre, que ya ha sido muy ofendido. Sobre todo que no se ofenda más a Jesús, afligido por los pecados del mundo. Ofrezcan reparaciones con sus oraciones, pero hechas con el corazón y con la esperanza puesta en Dios, en la esperanza de Su venida.
Bendigan ahora y siempre a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo para que difundan el amor y la paz en sus corazones.
Les pido siempre fidelidad a Mi Corazón y pido la conversión del mundo. Que se consagre sobre todo al Sacratísimo Corazón de Mi Hijo y también al Mío: sólo nuestro amor les traerá la paz
Digan frecuentemente la oración a las Santas Llagas de Jesús, porque con Su sacrificio sobre la Cruz, Él les dio otra vida, les dio la vida, única vida eterna. Jesús les pide amor y viene con misericordia. Quien no lo quiere con misericordia Lo tendrá como juez.
Lleven siempre el amor en sus corazones, sean siempre más dignos del Corazón Sagrado de Jesús, lleven la palabra del Evangelio por las calles, en la familia y en todo el mundo, porque el único faro, la única vida y camino es mi Hijo, el Redentor, el Salvador, el Vencedor de los Muertos en la infinidad de los siglos.
Con esto les quiero decir que invoquen siempre al Espíritu Santo, porque es justo que todos los hombres puedan tener en sí un verdadero compañero fiel, un compañero espiritual que los pueda hacer espirituales en el amor de Cristo.
Escúchenme, Yo soy Madre de Uds., y se que invocan poco a Jesús.
Daré paz a la humanidad sólo cuando triunfe Mi Corazón y también el de Mi Hijo.
Esté siempre el Santo Evangelio, verbo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en sus mentes, que esté en sus palabras, y que sobre todo esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, ¿continuarás viniendo?

M: Continuaré viniendo y todo esto es por Uds. para salvar a mis hijos predilectos.

R: ¿Y cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

Rosario pide algunas cosas personales a la Virgen, y le pide que dé un signo.

M: Daré un signo como prueba de mis apariciones. Sean por siempre bendecidos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que el Padre esté siempre en sus mentes, el Hijo en sus corazones y el Espíritu Santo en sus almas.
Recuerden: Mi Corazón triunfará.

Después que la Virgen subió al cielo, el sol comenzó a moverse cambiando de color (rojo, verde, azul) y desdoblándose, e hizo reflejar esos varios colores sobre las personas y sobre las cosas.

1 de febrero de 1987

La noticia de las apariciones todavía es poco conocida. En Belpasso poquísimas personas las conocen. A las 12 exactas, durante la aparición, hay unas 2000 personas alrededor de la roca. Casi todas provienen de Catania y de los centros más próximo de la provincia. Muchas de estas personas aseguran haber visto, durante los momentos del diálogo de Rosario con la Virgen, una lluvia de hilos plateados que salían de la esfera solar para caer sobre el terreno que circundaba la escena.

Yo soy la Reina de la Paz: paz a los hombres de buena voluntad.
El Dios de la paz está en medio de Uds., el Hijo Redentor está en medio de Uds., gloria a Dios en lo alto de los cielos. Yo vengo en el nombre de Cristo y traigo la paz. Deseo que reciten cada día el Rosario, que comulguen, que se confiesen. Lleven reparación al Corazón Sagrado de Mi Hijo, que está ya tan ofendido. En el nombre de Cristo Yo vengo a Uds. Se refleja la luz de Mi Corazón en sus corazones, porque mis almas, mis hijos, están muy necesitados de paz.
Hijos míos, Yo vengo a Uds. para enseñarles el verdadero amor de Cristo. Empéñense al máximo en las santas enseñanzas que Yo, por voluntad de Jesucristo, quiero infundir en Uds., en sus almas, en sus corazones.
Construyan su vida eterna ya desde este lugar. Construyan su amor escuchando en este lugar a Jesús Mi Hijo predilecto. Constrúyanse la vida eterna porque esta vida está muy vacía del amor por Cristo.
Traten de llenar este vacío con sus oraciones. Escúchenme, hijos Míos.
Abandónense totalmente a Mí, estén más abiertos en las oraciones: deben darse cuenta que cuando rezan hablan con Dios. Deben ser con todos Uds. mismos, inmersos en la oración, porque sólo así Dios podrá escucharlos.

INFIERNO

 

Luego, la Virgen aproximó sus manos, una junto a la otra, abiertas. De las palmas salió una luz intensa que cayó a tierra un poco más delante de donde yo estaba arrodillado. Miré y vi que la tierra se partió. Dentro de aquella especie de profundo foso vi un mar de fuego, donde estaban inmersas personas que se quemaban y gemían, y su color variaba del color carbón al bronceado. También había animales de una especie desconocida y no existente en esta tierra. Aterrorizado, alcé los ojos hacia la Virgen y le dije: "Virgencita, sálvalos!"

La Virgen respondió: "Son las almas del infierno, son aquellas que no sólo han olvidado a Dios, sino que lo han ofendido, indiferentes de Jesús y de Sus Leyes".

PURGATORIO

Bajo los pies de la Virgen estaba la nube, que se abrió. Dentro de ella vi muchas almas vestidas de variadas tonalidades de marrón: del más oscuro al más claro. Había mucha espera y mucha oración, especialmente suplicante. Muy lejos, había una bellísima luz, a la cual todas las almas querían aproximarse, especialmente aquellas vestidas de marrón claro. Luego la nube se cerró.

PARAÍSO

Hacia lo alto, en el cielo, sobre la cabeza de la Virgen, vi muchas almas vestidas de blanco cándido y esplendoroso. Sus rostros emanaban luz y estaban gozosos. Todos cantaban loas y gloria a Dios. Por encima de estas alegres almas, había una inmensa luz que caía sobre ellas y se reflejaba entre ellas. Aquella era la luz de Dios. Luego todo desapareció.

La Virgen dijo: "Son las almas del paraíso, son aquellas que han merecido realmente la vista del Señor. Desgraciadamente pocas almas van al paraíso. Todos serán juzgados por Dios, justicia infinita. Cuando reciten el Rosario, luego de cada decena, agreguen con loa estas palabras:

Oh! Señor Dios, que por medio del Espíritu Santo, difundes Tu Santo Amor sobre la Iglesia, abrevia el dolor del purgatorio y siempre haznos más dignos de la vista del paraíso. Oh! Jesús mío, perdona nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Muchos piden gracias, pero hasta que no se sepan abrir totalmente a Mí, a Mi Corazón, a Dios, no podré concedérselas. Si se elevan, si se elevaran a Dios con toda su alma, al punto de abandonar sus exigencias corporales, tendrán gracia. Traten de seguir mis enseñanzas con más atención, mediten las palabras del Santo Evangelio llevándolas a todo el mundo, y que sean palabra para todos los hombres.
Todavía hoy Mi Corazón está herido por el pecado. Todavía hoy el Corazón de Mi Hijo está herido por el pecado. Ofrezcan reparación: se los pide vuestra Madre, deseosa de la paz en el mundo.
Siempre sean bendecidos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que esté el Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas. Que esté el Santo Evangelio en sus mentes, que sea la palabra de Uds., pero sobre todo, que esté escrito en sus corazones... Ahora debo irme.

R: Virgencita, seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo

R: Y cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes. Un día muchos se darán cuenta de la potencia divina de Mi Hijo, y todo esto sucederá cuando sea el triunfo de Mi Corazón.

1 de marzo de 1987

En este comienzo de mes se verifica la primera gran afluencia de peregrinos. Son cerca de 30.000 las personas que se estrechan alrededor del "peñasco" y que se encuentran diseminadas en las cercanías. Todos esperan ver un signo tangible, que pruebe la presencia de la Virgen. El cielo está nublado, y a ratos llueve. Poco antes del mediodía, no obstante, cesa de llover y el sol asoma más de una vez de entre los espesos estratos de nubes. Muchas de las personas presentes dicen haber visto al sol girar sobre sí mismo y brillar en el cielo rayos de color plateado.

Hijos míos, he venido para avisarles.
Hijos míos, el primer aviso está referido a la salvación de Uds.
Hijos míos, abran sus corazones, quiero arrancarlos del mal. Uds. caen seguido en las tentaciones que cada día el mal pone bajo sus ojos.
Hijos míos, Mi Hijo los llama pero Uds. están sordos a Su llamada. Mi Hijo está siempre con Uds., pero Uds. están ciegos. ¿Por qué motivo creen que Yo vengo a Uds.?
Uds. conocen la necesidad de rezar, especialmente en este período. Abran sus corazones, alégrense por el amor que Jesús les da, dense cuenta a qué cosa renuncian. ¡Entiéndanlo y recen!

R: Virgencita, te ruego, haz algún milagro para la gente que tiene necesidad de Ti.

M: A todos aquellos que desean gracias, diles esto: crean formalmente a sus curaciones y corran a comulgar y a orar. Aún los invito una vez más a reflexionar y a mirar a su alrededor... ¿lo que sucede en el mundo no necesita quizás de oraciones y de conversión? Oren siempre... oren. ¡Paz... Paz... Paz!
Te confío importantes secretos y no los develarás a nadie.

La Virgen me reveló 12 secretos: 2 personales y 10 referidos a la humanidad.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes... ahora debo irme.

R: Virgencita, te ruego, da un último mensaje para toda la humanidad.

M: Conviértanse... pronto, no hay mucho tiempo, rueguen por la paz del mundo. Esté siempre el Santo Evangelio, Palabra de Dios, en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, esté escrito en sus corazones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: el Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas.

1 de abril de 1987

Como de costumbre, una enorme multitud de visitantes se reúne desde las primeras horas de la mañana en el lugar. El grupo de voluntarios locales se prodiga para acoger ordenadamente a los peregrinos, y sobre todo a los enfermos que numerosos, llegan de varias partes de Sicilia.
Antes del evento, en la mañana, Rosario Toscano destaca la elección del Padre Espiritual. Es el padre Dino Magnano, del oratorio de San Felipe Neri, de Acireale. Una elección que todos intuían, vista la afinidad espiritual que los unía, a pesar de conocerse recientemente.
Durante esta aparición, como de todas las precedentes, según testimonios de muchos, se habrían verificado diversos prodigios solares.

Hijos míos, vengo aquí, en medio de Uds., porque los amo y deseo salvarlos. El hijo pródigo debe retornar al Padre, para estar en Su Gracia.
Se acerca la conmemoración de la Resurrección del Cristo Señor, y a propósito les recuerdo el ayuno, la abstinencia y la Santa Misa: confiésense, comulguen. El Señor es bondad y misericordia infinita. Los invito por eso a alabarlo porque es el día del Señor.
Hijos míos, les recomiendo una vez más los ayunos, para que la Pascua sea un día que no llene sus mesas tan frías y alejadas del prójimo que vive en la pobreza, sino que llene sus corazones de amor, de alegría y de alabanzas al Señor. Les recuerdo las oraciones, deseo la conversión, es necesaria la paz... en todo el mundo.
¿Qué cosa sino la paz podrá salvarlos? La misericordia de Dios será su ocasión para pedir perdón, para pedir y obtener la paz en lo más íntimo de Uds., para después reflejarla al mundo, al prójimo.
Deseo aún que se consagren y se confíen a Mi Corazón.
Deseo que cada alabanza y gloria estén dirigidas al Sagrado Corazón de Mi Hijo, porque Él les ha regalado la resurrección. No teman nada porque Dios está con Uds. y Su bondad no les hará faltar nada. Su bondad los protege del mal, pero Uds. deben ser siempre sus humildes siervos.
Queridos hijos, deben darse a Dios, porque hay gravísimos castigos para la humanidad.

R: Virgencita, ¿cómo debemos hacer, y qué debemos hacer?

M: Renuncien al pecado. Es necesaria la oración, la comunión, la penitencia. Deseen todo esto: amen, y el Señor extenderá sobre Uds. Su Gracia, Su Misericordia, colmando sus corazones y sus almas de paz.

R: Virgencita, pero nosotros deseamos la paz.

M: No basta desearla, hay que ponerla en práctica con el prójimo: amen, perdonen, rueguen, y habrá paz. Alaben al Señor por todo lo que les da. Contemplen las maravillas de Su Amor grande y sin límites. No busquen otra cosa, más aún, propaguen el amor de Jesús predicando y viviendo el Santo Evangelio, Palabra de Dios: que esté en sus mentes, que esté en sus palabras, pero que sobre todo, esté en sus corazones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas...Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo, si Dios me lo permite.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes. Pero Uds. recen... recen.

1 de mayo de 1987

La multitud es numerosísima: son más de 50.000 las presencias. La organización preparada por el voluntariado local, entre los cuales la Misericordia, junto a las fuerzas del orden, contienen ordenadamente el flujo de gente.
No obstante estalla la polémica, cuando Rosario Toscano, luego de haber leído el mensaje, lee junto a la roca el párrafo donde la Virgen expresaría el deseo que se construya una capilla en su honor.
Muchos de los presentes, en el lugar, comienzan a hablar de especulación. La prensa avala esta suposición (que luego resultó infundada) con una intensa campaña periodística. No obstante la gente, en los días sucesivos, continúa llegando a la roca para rezar devotamente, como antes.
En cuanto a los testimonios recogidos aquel día, muchas personas aseguran haber visto una nube de color amarillo oro posarse sobre la roca, mientras una paloma, luego de haber dado vueltas sobre la roca, desaparecía hacia el sol.

Hijos míos, agradezcamos a Dios que todavía permite que Yo venga aquí, en medio de Uds. para hablarles y para llevar a sus corazones la paz de la cual la humanidad tiene tanta necesidad. Dios hace mucho por Uds., y los llenará de Su Gracia si Uds. son perseverantes en la oración, en la penitencia, en el ayuno, en el estar presentes también con sus corazones en la Santa Misa: confiésense, comulguen.
Deseo que Uds. sientan la necesidad de santificar sus almas. Hay demasiados pecados con los cuales Jesús es ofendido. Estén abiertos con sus corazones, amen a Dios.
Que sus almas glorifiquen al Señor, y que sus espíritus exulten en Dios su Salvador. Su misericordia se extiende sobre los que le temen y que son humildes de corazón. Dispersa a los soberbios, derriba a los poderosos.
Hijos míos, sean humildes de corazón, tengan siempre un santo temor de Dios. La misericordia de Dios es infinita, pero Dios es también justicia infinita.
Dios está con Uds., está en medio de Uds. El Señor es su pastor, y a Uds. no les falta nada porque son realmente su rebaño.
El camino del Señor es el Amor y la paz. ¿Están siempre dispuestos a seguirlo? Dios tiene la Iglesia. La Iglesia es guía para Uds., el Señor es pastor para Uds., y Sus ministros son su instrumento.

R: Virgencita, algunas personas no siguen más a Dios porque dicen que nos ha abandonado en este período.

M: Esperen en el Señor, y Él se volverá a Uds. Muchas veces Uds. se desalientan por las adversidades que se les presentan, pero si Uds. reciben un sufrimiento, esperen que el Señor les de fuerzas para soportarlo y ofrézcanlo por la conversión de los pecadores. Muchas veces Dios los ha ayudado, pero Uds. no han tenido esperanzas.

R: Virgencita, ¿qué debemos hacer?

M: Estén siempre dispuestos a recibir los mandatos o los sufrimientos que el Señor les envía, y sepan cumplir Su voluntad. No busquen en vano de entender Su voluntad, porque las obras del Señor son grandes. La guía de Uds. es el Santo Evangelio, la Palabra de Dios: que esté en sus mentes, en sus palabras, pero que sobre todo esté escrita en sus corazones.

R: Virgencita, ¿deseas otra cosa?

M: Deseo que se continúe recitando el Rosario, y que se diga a los sacerdotes que se construya, según la voluntad de Dios, una capilla en mi honor, y que se conozca el culto del Corazón Inmaculado de María, Reina de la Paz. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

1 de junio de l987

No obstante la llegada de los primeros calores de la estación estival, una multitud calculada en unas 50.000 personas llega a la zona que rodea la roca.
La cita con la Virgen, estando en vigor la hora legal, es siempre a las 13 exactas. Gran interés suscita entre la población parte del mensaje que el muchacho habría recibido también esta vez. La Virgen invita a los sacerdotes a ir en procesión a la roca, y entonces expresa separadamente el deseo que la víspera de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús (25 de junio) se vaya en procesión a ese lugar y se ruegue fervorosamente.

Hijos míos, vengo una vez más para recordarles la victoria de Jesús Mi Hijo, sobre la muerte. La voluntad de Dios es que Yo venga a Uds. y que Uds. vengan a Mí.
Mi deber es traer la paz. Deseo que se siga recitando el Rosario, que se ayune, y que se participe en la Santa Misa: comulguen, confiesen... hagan penitencia.
Del Espíritu del Señor está llena la tierra. Adoren al Señor, amen al Señor, para que Él se alegre de sus hijos. Den gracias a Su Amor, a Su Misericordia, que toda la tierra Lo exalte.
Estén llenos del Espíritu del Señor, invoquen su Santo Espíritu. Los llenará de gracia con Sus Santos dones. Abran sus corazones a Dios.
Hijos míos, invoquen al Espíritu Santo porque sólo así podrán santificar sus almas.

R: Virgencita, ¿cómo se hace para invocar bien al Espíritu Santo?

M: Abandónense totalmente a Mí, a Mi Corazón. Yo soy la morada del Espíritu Santo. No teman, porque aquel que tenga realmente fe, llegará a obtener todo lo que pida al Padre en el nombre de Jesús. Vengo sólo para ayudarlos en su fe en Dios, y del mismo modo ayudo a la Iglesia en su camino. Canten siempre las alabanzas y la gloria en los siglos a su Dios. La humanidad se ha olvidado de Mi Hijo y de Su Sacrificio. No sigan ofendiéndolo con su indiferencia. Jesús Eucarístico los invita y los recibe en Su Mesa.
No rehusen más los Santos Sacramentos de la Confesión y de la Comunión, porque de esa manera rehusan salvarse. El Señor es la gloria de Uds. Uds. son Su pueblo y deben amarlo y obedecerlo como su único Padre: vuelvan a disponerse a Su Santa Voluntad.

R: Virgencita, habla a la humanidad del Amor de Dios para con Sus hijos.

M: El Señor es bueno y grande en el amor, pero Dios es incomprensible para el hombre, y los proyectos para cada uno de Uds. son secretos. Confíen en Mí para que Yo acreciente en Uds. aquello que es agradable a Dios y los ayuda en su misión. Que el Santo Evangelio, Palabra de Dios, esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?

M: Deseo que se diga a los sacerdotes que vengan aquí para orar. Deseo que un día antes de la celebración del Sagrado Corazón, vengan aquí para invocar a la Reina de la Paz con fervorosas oraciones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

1 de julio de 1987

Todos esperan que haga calor, como es natural. Pero inesperadamente, con gran alegría de los más sufrientes que llegan al lugar, la jornada es fresca y algo nublada. La muchedumbre es de unas 45.000 personas. Rosario Toscano, como siempre acompañado por sus padres y por el Padre Dino Magnano, desciende hacia la roca que está de cubierta de flores, hacia las 12. A las 13 tiene lugar la aparición.
Luego de diez minutos exactos, apenas el muchacho se levanta del suelo terminada la oración de saludo, comienzan a caer gruesas gotas de lluvia. La muchedumbre busca reparo aquí y allí. Muchos se empapan de pies a cabeza, pero no obstante permanecen firmes para escuchar el mensaje que Rosario lee desde el balcón de su casa, cerca del lugar. La Virgen habría dicho, en la conclusión, poco antes que lloviese, "Los bendigo con el agua santa". Escuchado esto, ninguno se preocupó por permanecer mojado. Y por lo que se sabe, ni siquiera los pacientes crónicos de enfermedades respiratorias sufrieron ningún contratiempo; es más aún, a lo que parece, hubo algunos que curaron.

Hijos míos, deseo que estén contentos con Mi venida, y darles realmente la paz de la que Yo soy Reina. Deseo que se siga recitando el Rosario y que se frecuenten más seguido, especialmente en este mes que es el más probado por las tentaciones, los Santos Sacramentos de la Confesión y de la Comunión.
Los invito a recibir más sentidamente Mis mensajes y a escuchar Mis consejos: ayunen seguido, por lo menos una vez al mes. Hagan penitencia y ofrezcan reparaciones al Corazón Sagrado de Jesús y a Mi Corazón Inmaculado.
También los invito a unirse a Mí bendiciendo al Señor, humilde Rey de la Gloria. Una gloria a la cual Uds. pueden unirse si aceptan salvarse siguiendo a su Rey. Una gloria que tendrá valor en el cielo, con los Angeles y con todos los Bienaventurados. Siempre sean cada vez más dignos de gozar un día del Rostro del Señor. Que el Señor visite la tierra y bendiga sus brotes. El Señor venga a Uds. con Su dulzura y con todo Su esplendor; que venga y visite la tierra. Entreguen sus corazones al Señor para que los bendiga a Uds. y a todos los brotes de la tierra que ha creado. No sean ingratos porque Él, que está ofendido por la indiferencia de Uds., es Misericordioso, pero también es Juez de sus obras.

R: Virgencita, perdona nuestros pecados.

M: El Señor es bueno, y es Él el que los perdona. En este período estarán más tentados a pecar. Hagan penitencia y participen no sólo una vez en la Santa Misa, sino varias veces durante la semana. En este mes confiesen cada domingo: escúchenme, queridos hijos, porque así caminarán sobre una recta vía.
Hagan de modo que todos sus pecados les sean remitidos, de esa manera no serán obstaculizados en la santificación de sus almas.
Sean más obedientes a la ley del Señor. Ella será la gloria de Uds. Es la única ley de sus vidas, es infalible, es su guía.
Que la Iglesia siga guiando al pueblo de Dios, y que los fieles y los sacerdotes formen un único corazón en la lucha contra el mal. Queridos hijos, no creen divisiones entre Uds. sino sean unidos, ya que Uds. son el pueblo elegido. Que el Santo Evangelio, Palabra de Dios, esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?

M: No, nada más de las personas aquí presentes, pero sí de ti. Es justo que todos conozcan los otros mensajes de mis precedentes apariciones. Los leerás de a poco, cada sábado, y haz de modo que todos los escuchen.
Los bendigo con el Agua Santa, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

1 de agosto de 1987

Nada de particular parece caracterizar esta reunión de oración de ferviente devoción, sino la presencia cada vez más numerosa, de gente proveniente de afuera. No sólo de todo el Sur de Italia, sino también de otras regiones de Italia (Toscana, Umbria, Lacio) llegan muchas personas a Belpasso para asistir al evento. Muchos, los enfermos animados de la esperanza de la curación. En el mensaje de este mes, la Virgen llama una vez más a sus hijos a la oración, a la penitencia y a la vigilancia contra los peligros del verano.

Hijos míos: vengo sobre todo porque con mis mensajes deseo llevarlos a un recto camino. Sepan que alcanzarán la salvación si escuchan y ponen en práctica lo que Yo les aconsejo. Ya desde hace tiempo vengo perpetuando mi pedido y mi deseo de oraciones. Ha llegado el momento de cambiar sus vidas, poniéndolas a la luz del Señor Jesús.
No pueden ni deben permanecer tan fríos ante una llamada tan dulce proveniente de Dios. Reflexionen, hijos míos: ¿no ha muerto Jesús por Uds.? ¿no ha resucitado Jesús por Uds.? ¿no es acaso Jesús la verdad y la vida? Jesús es la salvación de Uds. No podrán decir que Dios no los ama sólo porque no acoge siempre sus pedidos tan materiales. El Señor abre su mano y sacia a todo viviente. El banquete del Señor no es una mesa rica de placeres materiales y satisfacciones que no llenan el corazón. La mesa del Señor es el alimento de la vida eterna, sólo así sus corazones podrán ser colmados del amor de Jesús.
Agradézcanselo con esta oración o ofrezcan la Santa Comunión el jueves de cada semana para que los corazones petrificados de los pobres pecadores se derritan:

Oh! Jesús, es dulce tenerte en mi corazón. Deseo ardientemente tu amor. A tu Sagrado Corazón Misericordioso, suplico, adoro, le ruego, lo amo y le pido por Sus Santas Virtudes que aquellos corazones petrificados se derritan, se purifiquen y se enfervoricen para acercarlos así al Santísimo Sacramento del cual eres parte Tu, Jesús Mío.

El Señor les da su presencia de paz. Deseo que todos Uds. sientan la presencia de Dios en medio de Uds. y dentro de Uds., de modo de estar en paz con los otros y con Uds. mismos.
Pueblos todos alaben al Señor, pero que esta alabanza no esté vacía.

R: Virgencita, ¿estás contenta con nuestras plegarias?

M: No mucho. Una parte puso en obra mis consejos, otra parte no ha sido perseverante, pero la mayor parte ha quedado indiferente. Les pido aún aquello que les pedí el mes pasado: confiésense cada domingo y participen más veces por semana en la Santa Misa. Sigan recitando el Rosario.
En su bondad, el Señor no los abandona porque Uds. son Su pueblo. Uds. no le vuelvan las espaldas, y ténganlo siempre presente en sus vidas. Que el alma tenga sed del Señor.
El Señor llegue a Uds. y haga que sus corazones estén siempre llenos de amor, de paz y de bondad. Que el Santo Evangelio, Palabra de Dios, esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?

M: Deseo que cada viernes hagan una Hora Santa dedicada a Jesús en reparación a los ultrajes, sacrilegios e indiferencia con los cuales Él mismo es ofendido. Hagan penitencia y ayuno, sobre todo en este mes probado por las tentaciones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

1 de septiembre de 1987

Algo particular sucede durante esta aparición. Como de costumbre, en la zona alrededor del barrio de Borrello, se reúne la multitud de siempre. El clima es todavía bastante cálido, pero de a ratos sopla una fresca ráfaga que alivia apenas del calor y del cansancio de la espera. A las 13 exactas Rosario Toscano se arrodilla e inicia el coloquio con la Virgen. Luego de algunos minutos, los presentes ven al muchacho que primero besa la tierra, y después, sucesivamente, alzarse y extenderse hacia la roca. Se queda luego un poco casi aferrado a la roca en una actitud de visible transporte hacia la "Visión".
Quien se encuentra cerca comprende casi enseguida el significado del gesto cumplido. Éste gesto quedará claro cuando el muchacho lea el mensaje. Durante el coloquio, Rosario había pedido a la Virgen poder besarle los pies. La Virgen habría aceptado, a condición que primero besara la tierra, en signo de penitencia por todos los pecadores.

Hijos míos, vengan a Mí, los llevaré a Jesús. Esta es mi invitación principal, que dirijo a sus corazones. Para que lo puedan recibir mejor, sean constantes en la oración. Den siempre una mayor importancia a las oraciones, empleando más tiempo para Dios.
Queridos hijos, con un incesante reclamo los invito a la oración y a la participación en la Santa Misa: confiesen, comulguen, no olviden nunca su Rosario.
El Señor hará que Uds. escuchen su voz. Escúchenlo, porque en lo íntimo de Uds. Dios habla. Comiencen a entender su voz, que resuena en Uds. Si logran realmente escucharlo, se darán cuenta finalmente, que Dios los ama, y que Su Corazón arde de amor por Uds. Oh! hijos míos, ¿por qué no abren sus corazones al gran amor de Nuestro Señor?
Esta potencia divina de amor es tan grande que se sentirán realmente inmersos en la luz de Dios. Cualquiera de las tribulaciones de sus corazones desaparecerían si Uds. se abandonaran a Mi Corazón Inmaculado.

R: Virgencita: ¿qué debemos hacer para abandonarnos totalmente a Tu Corazón?

M: Orar, orar mucho, por lo menos, tres horas por día. Recitar muchos Rosarios, sacrificarse por la conversión de los pecadores, hacer mortificaciones para evitar las guerras en el mundo.

R: Virgencita: las personas dicen que no tienen todo este tiempo para orar.

M: Pero tienen tiempo para alimentarse. Como el cuerpo de Uds. tiene necesidades, también sus almas necesitan atenciones. Quien no tiene tiempo para rezar, no tiene tiempo para Dios, y eso no los convierte en sus verdaderos hijos. ¿Es quizás éste el respeto que tienen por su Padre? El Señor esté cerca de quien lo busca. Deben tenerlo presente no sólo en la vida cotidiana sino buscarlo para ser en todo y por todo, portadores de paz.
Jesús en Su amor, les da siempre la posibilidad de lograr el premio eterno. Día tras día Él pone frente a Uds. ocasiones para merecer lo que ha prometido. Den ayuda a su hermano necesitado. Cada pequeña o gran acción que hagan por uno de estos hermanos, la habrán hecho a Jesús. Lean y mediten a menudo el Santo Evangelio, la Palabra de Dios: que esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, que esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?

M: No, nada más. Hagan de modo que su amor hacia Dios y sus oraciones no tomen un lugar marginal en sus corazones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita: he hecho quitar las cosas de aquí, para poder besar Tus pies, ¿me lo permites?

M: Antes de hacerlo, besarás la tierra como signo de penitencia por todos los pecadores que ofenden a Nuestro Señor.

R: (luego de haber besado los pies de la Virgen) Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

(Rosario termina de besar los pies de la Virgen)

1 de octubre de 1987

Es ésta la décima aparición, desde el comienzo del año. Los peregrinos son más de 50.000, y sobre todo se nota la presencia de autos y de autobuses provenientes de Palermo. Rosario, junto a su padre, su madre y el Padre Dino Magnano, desciende hacia la roca como las veces precedentes, primero hacia las 9:30 horas, para recitar las oraciones de la mañana junto a los enfermos, y luego hacia mediodía. En esta fecha, la Virgen habría dicho a Rosario que se acerque a las vecindades de la roca en un lugar apartado el día en el que es celebrada como la Reina del Santo Rosario, porque el Señor le concedería una gracia, para el beneficio común de su pueblo.

Hijos míos, no se descorazonen si la cruz es pesada. La Providencia Divina, el amor de Dios, sus oraciones, su fe, serán su consuelo y su alegría. Mi Corazón Inmaculado será su refugio. Los exhorto aún a recitar el Rosario, a rogar con el corazón fervoroso, y a frecuentar los Sacramentos. Deseo recordarles cómo Nuestro Señor ha bajado Su mirada sobre este sitio y cómo Su mano ha tocado sus corazones.
Los invito a alabarlo aún por las pequeñas gracias que concede generosa y gratuitamente, así sabrán agradecerle por las grandes gracias que provienen de Su divina misericordia. Con mano justa está cuidando Su viña. La viña del Señor es Su pueblo; hagan el esfuerzo entonces, de dar buenos frutos antes que el Señor la convierta en un desierto. Espera de Su pueblo justicia y rectitud, y no derramamientos de sangre y gritos de oprimidos.
Prepárense entonces, porque los tiempos han madurado. Si escuchan mis maternos consejos, habrá un período de paz y sólo las oraciones serán la purificación de sus corazones.

R: Virgencita, nosotros pobres pecadores no hemos escuchado Tu consejo de las tres horas de oración.

M: De Uds. no esperaba ni más ni menos, pero ahora ha llegado el momento: crezcan espiritualmente y sus corazones serán Míos, y los llevaré a Jesús. Los primeros pasos han sido difíciles, el camino que lleva a Jesús no es fácil de recorrer, pero Yo seré la guía de Uds., y los Ángeles sus protectores.
Queridos hijos, deben prepararse para decir su "sí" a la llamada y a la invitación de Jesús, y su "gracias" a su acogida. Una vez entrados a hacer parte de Su mesa, no podrán renunciar a un regalo tan maravilloso, aún si las tentaciones cotidianas amenacen su camino a la santidad.
Prometan habitar siempre en la casa del Señor, la que está siempre abierta. Los invito a colocar la Sagrada Biblia en un lugar que se note y que haga entender que debe ser leída cotidianamente, y sobre todo, un párrafo del Evangelio. Que la Palabra de Dios esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, que esté escrita en sus corazones.

R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?

M: Deseo que reciten muchos rosarios por día, por lo menos tres. Que estén siempre sometidos a la voluntad de Dios y que lo amen, porque es la fuerza y el sostén de Uds., y su Sagrado Corazón arde de amor por Uds.
Deseo que el día en que seré venerada como la Reina del Santo Rosario, tu vengas aquí, en un lugar apartado. El Señor desea concederte una gracia que es para el bien común de Su pueblo. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

Por invitación de la Santísima Virgen en la aparición del 1° octubre, Rosario el 7 de octubre de 1987 hacia las tres de la tarde, se dirige hacia un grupo de árboles que él ya conocía porque en el pasado, con sus primos, lo había descubierto yendo a explorar los lugares de los alrededores, y aquí jugando, ellos fingían que era una especie de casa secreta. Por eso, cuando la Santísima Virgen le dijo que se dirija a un lugar apartado de la zona para que el Señor le conceda una gracia para el beneficio común de Su pueblo, el pensamiento de Rosario inmediatamente fue hacia este grupo de árboles.

El muchacho entonces aquel día, dejando un poco atrás a sus padres que lo habían acompañado, se adentró en medio de estos árboles. Aquí en circunstancias particulares que él no ha permitido revelar, recibe la gracia particular para el bien común del pueblo de Dios. Se trata de locuciones auditivas provenientes del Señor Jesús.

En tales circunstancias recibe una plegaria en forma de rosario dirigida a Jesús, camino, verdad y vida. Ella ofrece un punto de meditación sobre las palabras de Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis, conoceréis también al Padre" (Jn 14, 6-7)

La misma tarde, durante la Santa Misa celebrada en la iglesia de Santa Maria de la Guardia en Belpasso, él recibió en locución una suerte de pequeña ayuda para los niños, preparatoria al rezo del santo rosario.

El sábado 10 de octubre, durante la Santa Comunión, le es dictada una plegaria al Corazón Inmaculado de Maria.

Luego de tres días, el martes 13 de octubre, durante la Santa Comunión, recibe una plegaria de intercesión para los enfermos.

Otros cinco días después, el domingo 18 de octubre, durante la Santa Misa y en el momento de la Santa Comunión, recibe otra oración, esta vez dirigida al Sagrado Corazón de Jesús.

Finalmente el domingo 24 de abril de 1988, siete días antes de la última aparición en la Roca de Belpasso, le es dictada una súplica que es también un acto de consagración a la Virgen de Belpasso.

Rosario explica el sentido de estas plegarias como momentos de particular invocación que acompañan determinadas fases de la vida: la fase del discernimiento vocacional y/o ciertas elecciones fundamentales (con la oración dirigida a Jesús, nuestro camino, verdad y vida); la fase de la primera juventud (con la oración propedéutica al rosario para los niños); la fase en continua evolución de la conversión al Amor (con las oraciones dirigidas a los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria); el momento de los sufrimientos propios y ajenos (con la oración del enfermo y/o por el enfermo); finalmente para los momentos difíciles para el mundo (y no solo), cuando con toda la comunidad de creyentes se invoca a la Reina de la Paz y se confía en su Corazón Inmaculado para el bien de la Iglesia entera y de cada hombre que Dios ama. (Oraciones)

En los tres mensajes desde la 25ª aparición (1° noviembre 1987) hasta la 27ª (8 de diciembre de 1987), la Santísima Virgen muestra en síntesis sus exhortaciones: la llamada a la santidad de los hijos de Dios por intercesión del Corazón Inmaculado de la Reina de la Paz, proyecto que recordando al Evangelio, se funda sobre tres fundamentos, la penitencia/conversión (entendida sea como adhesión a la persona y a la Palabra de Jesús, sea como sacramento, sea como mortificación personal); la oración (entendida sea como comunión con Dios, sea como acción litúrgica, sea como apostolado), y la reparación (entendida sea como apostolado de la caridad solidaria para expiar las ofensas y las omisiones contra Dios y contra el prójimo, sea del apostolado del sacrificio como ofrecimiento de sí, uniendo los propios sufrimientos con los de Cristo, en comunión con el Sacrificio eucarístico para la salvación del mundo).

1 de noviembre de 1987

El 1º de noviembre, en Belpasso, como se preveía (la jornada es festiva) arriba un número increíble de gente proveniente de varias regiones de Italia (Lacio, Umbria, Toscana, Véneto). En la zona alrededor del barrio de Borrello se calcula la presencia de cerca de 70.000 personas.
Los primeros grupos de peregrinos comienzan a reunirse alrededor de la roca desde las tres de la mañana. Después, durante las primeras horas del día, es un continuo fluir de gente, como la crecida de un río. Rosario Toscano se dirige a la roca cerca de las 11 horas. Luego de recitar las oraciones, a las 12 exactas, tiene lugar la aparición. Durante los diez minutos de coloquio, el vidente recita una decena del rosario, luego alza el crucifijo del rosario, pidiendo a la Virgen que lo bendiga.
Entre tanto, de la masa de nubes que se encuentra hacia el este, se separa una nube similar a un humo gris, que lentamente se dispersa en el aire. La mayor parte de los presentes alza los ojos a lo alto gritando "Viva María".

Hijos míos, en este día han venido en gran cantidad, a lo de su Madre. Pero dan un motivo a mi incesante llamada. Deseo de Uds. un mayor abandono a Mí, una máxima humildad y obediencia a Nuestro Señor. Sean dóciles a Su Espíritu Renovador, estén sedientos de Su Espíritu Santificador.
Los quiero a todos santos, mis queridos hijos. Felices los puros de corazón porque verán realmente a Dios. Ahora, queridos hijos, en este día tan importante, renuevo mi pedido: reciten muchos Rosarios, hagan sacrificios para la conversión de los pecadores, ayunen por la paz del mundo, y sobre todo, participen muchas veces en la semana en la Santa Misa, pero con todo el corazón y con buenos propósitos en el empeño de mejorar y santificar sus almas, y a hacer más puros sus corazones.
Acérquense a los Santísimos Sacramentos de la Confesión y de la Comunión. Rueguen aún por la santificación de los religiosos y del pueblo de Dios, en fin, sus oraciones, sus súplicas hechas con todo el corazón, serán presentadas por mí a Nuestro Señor.

R: Virgencita: tengo algunas cosas que pedirte, la conversión de los pecadores, las vocaciones y muchas otros ruegos.

M: Para Uds., son tantos los afanes de cada día, pero: ¿cuántas son las veces que se detienen para calmar su sed en el Señor? Como el ciervo va al agua, así también tienen que hacer con el Señor. No cierren sus corazones al Amor, sino digan: "Tiene sed de Ti, Señor, el alma mía". Esto es lo que Él quiere escuchar de Uds. y así podrá poner fin a sus afanes.
Ante todo, es necesaria la conversión, las oraciones, la fe, de cada uno de Uds. Así obtendrán favores y gracias. Sé que las vocaciones son pocas, rueguen también por esta intención. Entre Uds. hay muchos jóvenes que están indecisos, que tienen un gran deseo de consagrarse al Señor, pero las cosas de este mundo los está distrayendo y alejando. Por esto, los incito a no estar indecisos: apaguen este santo deseo, se lo dice su Madre.
El Señor desea que no se abandone la devoción a Mi Corazón Inmaculado. A quien siga practicando este culto, Yo prometo la salvación, y estas almas serán amadas por Dios como flores puestas por Mí para adornar Su trono. El Señor los ama, quiere que cada uno de Uds. se acerque a Él.
Apártense de las pequeñeces humanas, porque Él quiere proceder según su plan sobre cada uno de Uds. Particularmente desde este día comenzarán a cumplirse grandes proyectos. Quiere conducirlos a todos al Reino de la Vida.
Queridos hijos: Nuestro Señor hace resplandecer Su Rostro y los salva. Prepárense entonces Uds. Sean conscientes de Su inminente venida. No sean sordos a la palabra de Dios, el Santo Evangelio. Entonces, que esté en sus mentes, que esté en sus palabras, pero que sobre todo esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita: ¿quieres otra cosa de nosotros?

M: No, nada más. Ahora recita una decena del Rosario. Ofrécela por la santificación de las almas y por la paz en todo el mundo. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

1 de diciembre de 1987

Siendo no obstante un día hábil, el 1º de diciembre se reúnen en la zona del barrio de Borrello cerca de 60.000 personas. El día está sereno. Cuando, algunas horas luego del coloquio con la Virgen, Rosario lee el mensaje recibido, casi todos los llegados a la cita mensual, no están presentes en el lugar para escucharlo.
Las palabras de la Virgen son de gozosa esperanza aguardando la Santa Navidad: "En el día de Navidad el Padre ofrecerá gracias particulares a todos aquellos que estén abiertos de corazón".
Como conclusión agrega luego, que vendrá no sólo el primer día de enero, sino alguna otra vez durante el mes. Ni siquiera Rosario conoce la fecha de esta cita: dice sólo que cuando suceda, si hay mensajes para todos, lo hará saber.

Hijos míos, los amo intensamente. Deseo comunicarles Mi alegría, y que Uds. la compartan Conmigo. Nace aún Jesús entre nosotros. Pero, hijos Míos queridísimos, el Adviento es la preparación a la Navidad: ¿y Uds., cómo están preparándose?
Sepárense de las cosas materiales, porque sólo así podrán entender el verdadero significado de la Navidad. No permitan entonces, que sea otra vez como todos los años. Los invito a preparar la Navidad con la penitencia, la oración y las obras de caridad. Esta Navidad será para Uds. inolvidable, pero deben escuchar y poner en práctica el mensaje que les estoy dando.
Todos han contemplado las maravillas del Amor de Dios. Ahora deben actuar en sus corazones, su elección.

R: Virgencita, ¿cómo hacemos para saber si nuestra elección es aquella que quiere Dios?

M: Para saber reconocer que la elección de Uds. es la voluntad del Señor, deben rezar mucho y hacer penitencia para no caer en el error, confiándose y abandonándose totalmente a Él y a Mi Corazón Inmaculado. Queridos hijos, Uds. saben que el evento de la alegría se acerca, y deben comprender que sin amor no pueden obtener nada. Por esto, ámense primero en familia y luego entre todos, y entonces habrá de veras un clima de paz.
En las semanas que vendrán, dedíquense a la oración en familia, aprendan a amarse. Con el abandono a Dios que les he aconsejado, obtendrán dones especiales de caridad y de conversión.
Uds. dicen a menudo que Mi mensaje es siempre el mismo, que digo las mismas cosas. Muy mal, hijos míos, quiere decir que no saben meditar. Digan también que pido siempre la oración y el recitado del Santo Rosario.
Deben saber, no obstante, que cuando rezan son mucho más bellos. Como las flores en primavera muestran toda su belleza, también Uds. en la oración, se muestran más bellos, sus corazones se abren al Señor, y para Él llegan a ser mucho más preciosos que antes, a tal punto que son dignos del Paraíso.
Deben prepararse también para una buena confesión: que su examen de conciencia sea muy meticuloso.
Traten de arrepentirse realmente y de sentir un gran dolor de sus pecados. No sean orgullosos, no sientan vergüenza ante el Confesor. Finalmente se sentirán serenos y colmados de alegría, listos para vivir la Navidad. Si acaso no están en paz con Uds. mismos, un día antes de Navidad corran a confesarse, para que el Señor encuentre en sus corazones aquello que desea. Los sacerdotes deben empeñarse, por su parte, en acoger a todos.
Queridos hijos, la Santa Misa es la experiencia de la alegría en el encuentro con Jesús. Ya que este período debe ser vivido plenamente, reciban siempre el mensaje del Evangelio, la Palabra de Dios: que esté en sus mentes, que esté en sus palabras, pero que sobre todo, esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?

M: No, nada más. Sólo les pido que no permitan que el día de la alegría sea para Mí, el día más triste, a causa de Uds. En el día de Navidad, el Padre ofrecerá gracias particulares a todos aquellos que estén abiertos en sus corazones.
Entre tanto Mi Corazón Inmaculado seguirá los progresos que hagan Uds. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Seguiré viniendo.

R: ¿cuándo vendrás?

M: No sólo vendré el primer día del próximo mes, pero si el Señor me lo permite, también alguna otra vez en este mes.

 8 de diciembre de 1987 

Al concluir el mensaje del 1º de diciembre, la Virgen había dicho "No sólo vendré el primer día del próximo mes, pero si el Señor me lo permite, también alguna otra vez durante el mes". Como hemos dicho, ninguno conoce la fecha de esta cita extraordinaria, aunque muchos suponen que tendrá lugar el día de la Inmaculada.
La mañana del 8 de diciembre, el vidente se dirige a Acireale, a la iglesia de los Padres de San Felipe Neri, y aquí, inesperadamente, como conclusión de la Santa Misa celebrada por el padre Dino Magnano para la apertura del año oratoriano, la Virgen se le manifiesta mientras está recogido en oración en el primer banco, y la asamblea de participantes, de pie, está escuchando un canto. El evento es tan inesperado que deja al joven y a los presentes muy sorprendidos y emocionados, pero al mismo tiempo, gozosos con la experiencia vivida.
Después de la aparición, el vidente lee el mensaje en el lugar. Luego se dirige a la roca de Belpasso para comunicar a todos cuanto ha sucedido, y divulgar lo que la Virgen le ha dicho. 

Hijos queridísimos: los amo intensamente, este es el sentimiento mayor que tengo hacia Uds., pero manifiesto también mi dolor: demasiadas ofensas son causadas a Mi Corazón Inmaculado, y pocos son aquellos que ofrecen reparaciones. Recuerden lo que dije precisamente hace un año. He prometido asistencia en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación, a aquellos que, cada primer sábado de cinco meses consecutivos, se hayan confesado y comulgado, hayan recitado el Rosario y sobre todo, me hayan hecho compañía por un cuarto de hora meditando los misterios, con el fin de ofrecerme reparación. También recomendé el ayuno para la paz del mundo.

R: Virgencita, ¿por qué sólo por cinco meses, y no más?

M: Porque son cinco las ofensas dirigidas a Mi Corazón: las blasfemias contra Mi Inmaculada Concepción, contra Mi Virginidad, el rehusar reconocerme como Madre de Dios y de los hombres, la obra de aquellos que infunden en el corazón de otros la indiferencia y el odio en contra de Mí, y la obra de aquellos que me ofenden directamente en Mis Sacras Imágenes.
Invito a cada uno de Uds. a difundir esta necesidad de confortar y consolar a su Madre. Sería para Mí algo muy grato si cada una de sus familias se consagrase a Mi Corazón Inmaculado.
Empéñense en reparar los ultrajes y las indiferencias causadas a Mi Corazón. Desde este momento les confío el deber de ser defensores y reparadores de Mi Corazón.
Bendigo a cada uno de Uds. y a sus familias en particular. Les prometo que si aceptan el deber que les he confiado, tendrán la gracia de la conversión:

ORACIÓN.....REPARACIÓN.....PENITENCIA.

Desde la 28ª aparición (1° enero 1988) hasta la 32ª (1° de mayo de 1988) los cinco mensajes están todos centrados en el tema del Reino de Paz de Nuestro Señor Jesucristo que, por medio del Corazón Inmaculado de su Madre quiere habitar en medio de los hombres contraponiéndose a una ilusoria idea de paz según la lógica del mundo (mensaje de la "nunca vista tristeza de Maria" del 1° enero 1988, y mensajes de 1° febrero 1988 y 1° marzo 1988); por cuanto en el proyecto de Dios la Paz proviene del ofrecimiento de sí, a imitación de Cristo Crucificado el cual ha vencido al mal con el amor y nos infunde confianza en ello mediante la resurrección y los frutos que provienen de estos dos eventos fundamentales (muerte en cruz y resurrección) y de los cuales Maria tiene la misión de hacer fructificar en la Iglesia y con la Iglesia (1° abril 1988). El rechazo de este proyecto de Dios es peligroso para la historia de la humanidad y Maria nos quiere hacer salvar los peligros reencaminándonos aún sobre el verdadero camino y asegurándonos su protección cuando este peligro aparece más cercano (1° mayo 1988).

1 de enero de 1988

1988 no comienza con buenos auspicios. El tiempo inclemente, las falsas noticias de algunos periódicos y la fiesta de Comienzo de Año provocan una notable disminución de presencias junto a la roca. De las 70.000 personas de noviembre y de las 60.000 de diciembre, se pasa a cifras como máximo, de 20.000. Pero para aquellos pocos fieles de la Virgen de Belpasso, apretados alrededor de la roca y mojados de pie a cabeza a pesar de los paraguas, la aparición les reserva una sorpresa poco agradable: el mensaje es secreto.
Rosario, finalizada la aparición, se muestra triste y abatido, y dice que la Virgen estaba más dolorida que de costumbre, "...como nunca la había visto...", y el mensaje recibido debe permanecer secreto por el momento.
Agrega luego "deseo invitarlos a todos a orar para que este mensaje no se concrete". Con el fin de aclarar la perplejidad de muchas personas respecto de este mensaje secreto que hace presagiar tristes eventos, algunos días después Rosario hace una relación para explicar mejor lo que la Virgen desea de todos.

El mensaje que la Virgen me confió el 1º de enero de 1988 no puedo revelarlo, pero haré algunas referencias al mismo.
Ya he dicho que la Virgen estaba muy dolorida, como nunca la había visto, y referido al mensaje, es muy profundo en su contenido y no oculto que me ha dejado turbado.
Cuando María Santísima aparece, no lo hace sin una razón: la salvación de sus hijos es lo que más la apremia. Quizás muchos no han comprendido esto, y es uno de los motivos de Su dolor.
Lo que tengo que decirles se me hace difícil.
Se debe constatar como los pasos de la humanidad hacia la paz son tranquilizantes y seguros. La Virgen ya lo había dicho el 1º de octubre refiriéndose a un período de paz. Pero una pregunta surge espontánea: ¿cómo es posible que la Virgen esté dolorida?
Hoy no podemos y no debemos focalizar nuestra preocupación sólo sobre los problemas de las naciones en guerra. La Virgen Santísima está preocupada por la salvación el hombre en singular, afligido y preocupado por las cosas materiales, distraído y ya sin cuidado por su único y verdadero bien: DIOS.
Cada uno de nosotros debe descubrir en su propia alma que somos llamados a la santidad, y reconocer nuestras carencias espirituales.
Me parece justo repetir lo que siempre ha dicho la Virgen: acercarse a los Sacramentos de la Confesión y de la Comunión, rogar por la paz en el mundo, recitar muchos rosarios, hacer sacrificios por la conversión de los pecadores.
Cuando la Virgen dice que los tiempos está maduros, es necesario meditar y proceder para mejorarnos, purificarnos y santificarnos.
Deseo precisar que el mensaje del 1º de enero de 1988 no es un agregado a los diez secretos que he recibido el 1º de marzo de 1987, sino que es una profundización, una aclaración y una explicación de esos secretos.
Sólo una cosa nos hace tener esperanzas: la segura ayuda de María, REINA DE LA PAZ, y el triunfo de Su Corazón Inmaculado.
Viene a propósito la parábola de las diez Vírgenes (Mateo 25, 1-13) que es una exhortación a la vigilancia en la espera del regreso glorioso de Cristo Jesús.
La Virgen aparecerá el primer día del próximo mes.

 

1 de febrero de 1988

Contrariamente a las previsiones, el 1º de febrero numerosos peregrinos (cerca de 50.000) regresan a la roca de Belpasso, para asistir al preanunciado evento de la aparición de la Virgen. Hay mucha espera y ansiedad en los corazones de todos, sobre todo hay esperanza que el mensaje de la Virgen traiga serenidad al ánimo de los que han rezado mucho para eliminar los malos presagios del mes precedente.
La espera, de todos modos, no es desilusionante. Las palabras de la Reina de la Paz son de reflexión por lo que ha sucedido el 1º de enero: "¿Pero cómo podría estar feliz si el mundo es víctima de su misma superficialidad hasta en las vísperas del nuevo año?", y de exhortación a vivir la fe en modo vivo y auténtico: "Cada uno de Uds. debería profundizar su propia fe, para luego convertir al prójimo".

Hijos míos: sólo si me han comprendido en mi dolor, podrán confortarme. El mes pasado mi venida fue desilusionante para todos... y era la Jornada de la Paz. ¿Pero, cómo podría estar feliz si el mundo era víctima de su misma superficialida hasta en las vísperas del nuevo año? Es así que obrando de esta manera, los hombres atraen sobre sí los castigos.
Todos se han vendido conscientemente a la felicidad mundana. Sólo una cosa alienta mi corazón: ver a muchos de Uds. empeñados en confortarme. Esto quiere decir que no sólo sus corazones se han abierto, sino que saben responder prontamente y con buena voluntad a las solicitudes que Dios manda a sus almas. El Señor los sana porque es el Dios de la vida.
Hoy los invito a todos Uds. en modo particular, a reforzar su fe en Dios. Hoy han estado llamados a un deber particular que Él, en Su misericordia, ha querido confiarles: anunciar al mundo Su inminente venida. Estén agradecidos pero no se ensoberbezcan porque Dios no elige a los mejores, sino a los más dóciles a Su Espíritu. Esto lo digo para advertirlos sobre ese sentimiento de soberbia que muy a menudo se insinúa en los pensamientos de sus corazones.

R: Virgencita, ¿cómo podremos obtener la fuerza necesaria para cumplir con este deber?

M: La obligación es simple. Muchos han olvidado que ser verdaderos cristianos quiere decir anunciar la Buena Nueva. Jesús ha instituido los Sacramentos para la santificación de Sus hermanos y también para la fortificar sus almas. Con frecuencia muchos se dicen cristianos y no se dan cuenta que ellos mismos son causa de la fe perdida. Cada uno de Uds. debería profundizar su fe, para luego convertir al prójimo. Muchos no saben que la fe del verdadero cristiano no es un "quizás". Que cada uno mire en su interior y diga: "Señor, Tu salvación me llena de alegría. Haz de mí un instrumento de conversión".
Quien cree estar en la verdad confrontándose con lo que enseña el Evangelio, no puede tener temor, y si lo tuviera, no será tanto como para abandonar el camino iniciado: ésta es la verdadera fuerza, ésta es su fe.
Los caminos del Señor son verdad y gracia. Que el Santo Evangelio, la Palabra de Dios, esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo que esté escrita en sus corazones.
Id y evangelizad. No tengan temor porque Mi Corazón estará siempre con Uds. Caminarán delante del Señor en la tierra de los vivientes.
 

R: Virgencita, ¿deseas alguna otra cosa de nosotros?

M: No, nada más. Sigan acercándose a los Sacramentos, no se cansen de rezar y de recitar el Rosario, lean la Sagrada Biblia y medítenla. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme. 

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Si, vendré el primer día del próximo mes.

 1 de marzo de 1988

Ya llega la estación primaveral, pero el frío en Belpasso es aún intenso. En la mañana del 1º de marzo sopla un viento gélido de tramontana que obliga a los peregrinos a abrigarse abundantemente en previsión de las horas de espera que separan de la aparición. Todo transcurre como de costumbre, ordenado y tranquilo, gracias sobre todo al trabajo de los voluntarios locales y de la Misericordia, con presencia pronta en socorrer a los enfermos y a quienes no se sienten bien. La visión de la Virgen a Rosario, como en los meses invernales, tiene lugar a las 12 exactas. Como siempre, hay gran expectativa por conocer el mensaje. No faltan este mes, referencias a la inminente festividad de la Santa Pascua, con la invitación a vivir de modo coherente el periodo de la Cuaresma. La Virgen dice, entre otras cosas, (lo que alegra a los presentes) que el séptimo secreto no se concretará, sustituyéndose con otro evento, que será hermoso para todo el pueblo de Dios esparcido sobre la tierra.

Hijos míos, nos acercamos a la Santa Pascua: prepárense bien. En estos días de Cuaresma los invito a una revisión espiritual: no se dejen sorprender no preparados. Busquen tener sus almas puras y limpias como agua de manantial. Solos no pueden nada, pero con la gracia del Señor, con Mi ayuda y la de Él, podrán obtener la paz con Uds. mismos, con los hermanos y con el Señor. Pero si quieren obtener eso, pasen a través de mi Corazón, que los llevará a Jesús y encontrarán la verdadera paz.
Esa es la paz por la cual Jesús murió y resucitó para dejárselas. No malgasten ese regalo, escondiéndolo. Cultívenlo en Uds. mismos, en sus corazones. Si cada uno de Uds. hace esto, podrá compartirlo con sus hermanos, podrá servirse de él para alabar al Señor. Obrando de esta manera, Jesús acepta con bondad los dones que le ofrecen, pero lo que Él más desea son sus corazones.
Traigan sus corazones junto al Mío, y los convertiré de tal manera que serán dignos del Corazón de Mi Hijo. Tendrán en Uds. una surgiente que manará hasta la vida eterna. Prepárense con humildad y abandono para la Santa Pascua. Prepárense con oraciones y obras de caridad. Les he prometido una Navidad inolvidable y he mantenido mi promesa. Ahora les prometo una Pascua inolvidable, pero si quieren pueden hacer mucho más que el año pasado.
A tal propósito mediten muy seguido el Via Crucis, rueguen con el Rosario y aumenten las frecuencias de sus confesiones: este es tiempo de reconciliación. La Santa Misa es el compendio de las maravillas que Dios ha operado con los hombres: quiere decir, asistir al gran sacrificio de la Pasión y Muerte de Jesús. En la Santa Misa se contemplan y se celebran los grandes misterios de Dios. Aspiren todos a la Resurrección, al Paraíso.
Hijos míos, no huyan de la cruz que les ha sido asignada. Así participarán Uds. del gran sacrificio Eucarístico. Acérquense a la Eucaristía: nunca se agradecerá lo suficiente a Dios por este inmenso y maravilloso don. Durante estas semanas, deberían ir más seguido a la Santa Misa.
Los invito a hacer cada día la adoración a Jesús Crucificado. Tomen un crucifijo y bésenlo repetidamente con todo amor y con inmensa devoción. Harán un hermoso gesto. En efecto, justamente con la Cruz Jesús redimió al mundo. Lean siempre la Verdad enseñada en el Santo Evangelio: el Señor tiene palabras de vida eterna. Que esa Palabra esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo esté escrita en sus corazones. Canten siempre el amor del Señor.

R: Virgencita: ¿ deseas alguna otra cosa ?

M: Sí. Llegó el momento de develar a tu confesor el secreto referido a ............................y que hace parte de los diez secretos. Dile a todos que el séptimo secreto no se realizará más, y que será sustituido con otro evento que será hermoso para el pueblo de Dios disperso por la tierra.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esté el Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: Si, vendré el primer día del próximo mes.

 

1 de abril de l988

El 1º de abril de 1988 es Viernes Santo
Mucha gente, entre los que se cuenta un buen número de sacerdotes habitualmente presentes en la roca, para no abandonar las funciones de la tarde, renuncian a su pesar a la cita mensual de Belpasso. No obstante, cuando Rosario llega con sus padres y el Padre Dino para participar en el Via Crucis guiado por el Padre Felipe Buccheri, en el lugar ya había reunidas unas 50.000 personas. Durante la aparición, los presentes (naturalmente los más cercanos al vidente) algo infrecuente respecto a los meses precedentes. El vidente, al recitar los tres misterios del Santo Rosario mueve repetidamente la mirada hacia dos diversos puntos en lo alto, más arriba de la roca, como si hubiera algo que atrajera su atención. Terminado el coloquio, queda todo aclarado cuando Rosario, asomándose al balcón, dice haber visto, diversamente de las otras veces, a la Virgen de rodillas a los pies de un crucifijo.

R: Hoy la aparición fue diversa que como de costumbre. En efecto, apenas la nube apoyada sobre la roca se abrió, he visto a la Virgen arrodillada a los pies de un hermoso crucifijo de tamaño natural. La cruz estaba frontalmente a mí, pero Jesús no se movía. Me parecía estar delante de una maravillosa escultura de particulares finísimos. Jesús parecía verdadero.
Nunca he visto un crucifijo tan maravilloso, y su belleza era tal que no sabía a quien mirar, si a la Virgen o a la hermosa cruz. La Virgen me invitó a rezar tres misterios del Santo Rosario, y mientras tanto, contemplaba el Amor de Jesús por la humanidad. He notado una cosa muy bella: cuando recitaba "...Santa Maria, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores..." la Virgen alzaba amorosamente la mirada hacia lo alto. Así pude contemplar en mi fuero íntimo, cómo la Virgen intercede por nosotros.
Finalizado el Santo Rosario, la Virgen me ha dado para todos, el siguiente mensaje
:

Hijos míos queridísimos, hoy deben rezar particularmente por sus hermanos. En Su cuerpo místico, que es la Iglesia, su amado Jesús, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, sigue repitiendo su sacrificio de amor. Mi Corazón, unido al de Mi Hijo, ha sufrido de manera única y particular, y por esto les digo que soy la Madre de los Míseros y de los Sufrientes, soy Aquella que los consuela.
Durante la dolorosa pasión de Jesús, Mi Corazón no la hubiera soportado si no hubiera estado sostenido por la fe, fe que todos deben mirar.
Permanezcan Conmigo bajo la cruz, recen y tengan fe. En tal modo, la paz de la cual soy Reina, podrá entrar en vuestros corazones: es una flor que se abre y que no se marchita, si me permiten cuidarla y atenderla como algo precioso que crece con la gracia del Señor.
Sigan recitando el Rosario y acérquense a los Sacramentos. La Santa Misa es su salvación. El evento de la
Resurrección de Jesús es grande, porque así se venció a la muerte.
En la Santa Pascua de Resurrección, los invito a no hacer caso de las cosas materiales. En la caridad, inclínense sobre sus hermanos más pequeños, muestren a Jesús su amor, que no son sordos a Su reclamo y cerrados a Su luz. Que el Santo Evangelio, la Palabra de Dios, esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero que sobre todo esté escrito en sus corazones.

R: ¿deseas alguna otra cosa de nosotros?

M: No, nada más por hoy. La Madre dolorosa por la Pasión, y gozosa por la Resurrección los bendice en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: que el Padre esté en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿cuándo volverás?

M: Vendré el primer día del próximo mes

Aparición del 1º de abril de 1988

 

1 de mayo de 1988

Como se preveía (dado el día festivo) el flujo de gente a Belpasso es indescriptible. Diseminadas por las zonas alrededor de la roca se pueden calcular cerca de 150.000 personas. Es la máxima concurrencia desde el inicio de las apariciones.
La gente proviene de todas las provincias sicilianas y de varias regiones de Italia. Ya comienza a hacer calor, y muchos, en la espera, buscan refugio del sol bajo paraguas. La aparición (la última, como se sabrá después) con el regreso de la hora legal italiana, tiene lugar a las 13 exactas. Finalizado el coloquio, Rosario se aleja del lugar escoltado por las fuerzas del orden, mientras ansiosamente la gente espera conocer el contenido del mensaje.
Luego de una media hora, desgraciadamente es doloroso para todos escuchar al joven que, con la voz quebrada por el llanto, dice casi al final: "...¿Cómo?...¿No vendrás más?...".
En este momento los presentes comprenden claramente que la Reina de la Paz no vendrá más a la roca de Belpasso Se alejan del lugar, muchos llorando, todavía incrédulos y con el ánimo cargado de tristeza, pero también con un hilo de esperanza por el anuncio (como dice en el mensaje) de un futuro regreso, cuya fecha está escrita sólo en los designios de Dios.

Hijos míos, en estos meses he dado muchos mensajes para convertirlos. El Señor ha tocado muchos corazones y los ha inflamado con el amor de Su Corazón, ha confortado a muchos desconsolados, ha llevado la paz a muchas familias y a muchos corazones. Ha hecho entender a todos qué estupenda y maravillosa es la oración, cuán eficaz es el recitado del Santo Rosario y por lo tanto, Mi intercesión ante Él, cuán agradables le son los sacrificios y la penitencia ofrecidos para reparar las ofensas y para convertir a los pecadores, pero por sobre todo les ha hecho entender cuán indispensables son los Sacramentos para la vida eterna. Les ha dado la alegría y seguirá dándoselas en la Santa Misa.
Hijitos queridos, ¡cuántas veces los he invitado, casi suplicándoles, a hacer lo que les aconsejaba, a aceptar las leyes justísimas de Nuestro Señor!
Mis apariciones han servido para reavivar en sus almas el espíritu de fe, de confianza, de amor. Los frutos espirituales se obtienen con la constancia, con el abandono total a la misericordia de Dios. Los protegeré siempre, y aún si como árboles se doblan ante el viento, manténganse firmes: confíen en Mí.

R: Virgencita, tengo tantas cosas por pedirte: si curarás a los enfermos, si concederás algunas gracias espirituales y materiales a alguien.

M: Algunos ya han sido curados y escuchados, otros curarán más adelante, otros en cambio, no serán escuchados: deben rezar y pedir perdón por sus pecados. El mundo ha ofendido mucho a Nuestro Señor y debe corregir sus propios errores.
Ahora debo decirte una cosa muy importante, y tu puedes decírsela a todos.
Después del período de paz que concederé al mundo por medio de Mi Corazón, sucederá que muchos se alejarán de Dios, y se avergonzarán de Él.
Finalizado el período de paz, sucederán muchos eventos desagradables, para cada familia, para cada ciudad, para cada nación, por el mundo entero. Esto ocurrirá porque muchos se dejarán estar otra vez y se olvidarán de Dios y de sus Leyes.
La Iglesia tendrá que sufrir mucho. Antes de que todo esto suceda, te advertiré de modo que tu puedas decirlo a todos. Éste será el signo tangible de mis apariciones y es más importante que los signos en el cielo por su gravedad. No se descorazonen, miren siempre a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Que el Santo Evangelio esté en sus mentes, en sus palabras, y sobre todo, que esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?

M: No, nada más. Vivan cotidianamente mis mensajes en los que les repito que hagan lo que les dice Mi Hijo. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que el Padre esté en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?

M: No, no vendré más.

R: ¿Cómo... no vendrás más?

M: Regresaré más adelante, pero esto no quiere decir que te haya abandonado. Mi Corazón Inmaculado estará siempre contigo, y ya que la paz del mundo fue confiada a este Corazón, cuando él triunfe, será celebrada la Reina de la Paz.

Dichas estas palabras, la Virgen se elevó serenamente hacia el cielo, donde nos espera maternalmente.

La impresionante multitud de personas (150.000) presentes durante la aparición del 1º de mayo de 1988

La Santísima Virgen en el mensaje del 1° de mayo de 1988, luego de habernos recordado en un cuadro de conjunto las maravillas que Dios ha obrado por nosotros, nos invita a ser perseverantes en el practicar sus enseñanzas. Finalmente hay una fuerte advertencia contra la pérdida de la fe, contra nuestras infidelidades al Señor que, estructuradas en modo tal de ser un sistema de vida de la entera sociedad, ponen en peligro espiritual y material a la humanidad de la cual Dios quiere, en vez, el entero bien.

Afirma la Santísima Virgen: "Luego del período de paz que concederé al mundo por medio de mi Corazón, sucederá que muchos se alejarán de Dios, se avergonzarán de Él. Terminado el período de paz, sucederán muchos eventos desagradables para cada familia, para cada ciudad, para cada nación, para el mundo entero. Esto será porque muchos buscarán situaciones cómodas y se olvidarán de Dios y de sus leyes. La Iglesia tendrá mucho por sufrir".

¿Cómo conciliar la idea de un período de paz del cual ninguno parece haber notado sus inicios con otro período aún mucho más grave?

Daremos una explicación utilizando las valoraciones de Juan Pablo II en la octava parte de su Testamento. Él afirma que desde el otoño de 1989 por medio del Corazón Inmaculado de Maria un fermento de paz ha sido entregado al mundo con la caída de los regímenes ateos y comunistas y con el fin de la así llamada "guerra fría" sin el violento conflicto nuclear del cual pesaba el peligro sobre el mundo, ya que el último decenio del siglo XX estuvo libre de las precedentes tensiones, si bien se perfilaban nuevas problemáticas y agitaciones.

Con tal propósito la Santísima Virgen nos ha puesto en guardia contra un deterioro de los valores religiosos por no haber llevado a término con sincero arrepentimiento la paz sembrada por Dios por su maternal intercesión. Es necesario no deducir erróneamente que la paz tiene un final, sino que los hombres le ponen fin y obstaculizan el pleno afirmarse, en la medida en que se alejan de Dios y de sus Leyes.

La paz es un don de Dios a través del Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen, reflejo de la perfecta paz de Cristo, venido a habitar en medio de nosotros, encarnándose en el seno de Maria gracias a su "si". La humanidad debería aproximarse hacia la plena paz sin demora y sin peligrosas detenciones o desviaciones. La Madre del Cielo quiere ayudarnos a evitar y a remover todo lo que se contrapone a la verdadera y plena paz. Nos invita a no engañarnos creyendo que la paz es aquella según la mentalidad del mundo. Cristo es nuestra paz (Ef 2, 14). La paz es aquella que el Señor Jesús nos ha dado mediante la sangre vertida en la cruz (Col 1, 20).

El mismo San Pablo afirma tal incompatibilidad entre las dos ideas de paz: "Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente" (1Tes 5,3)

El apóstol, citando libremente un versículo del Libro del Profeta Jeremías, resume el sentido de un párrafo entero (Jer 6,8 y sig.):

"Escarmienta, Jerusalén, no sea que mi alma se aparte de ti y yo te convierta en una desolación […] porque serán apresados el hombre y la mujer, el anciano y el que está cargado de años. Sus casas pasarán a manos de otros […] Porque del más pequeño al más grande, todos están ávidos de ganancias, y desde el profeta al sacerdote, no hacen otra cosa que engañar. Ellos curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: "¡Paz, paz!", pero no hay paz.

La paz, shalom, de la cual también habla la Santísima Virgen de Belpasso, expresa no sólo la ausencia de peligros externos, sino todo un ideal de prosperidad individual y colectiva, en las buenas relaciones con Dios y en la armonía social, ideal que es realizado por Jesucristo. […] "Deteneos en las calles y mirad, informaos acerca de los caminos del pasado dónde está la buena vía y tomadla, así encontraréis paz para vuestras almas. Pero ellos respondieron: "¡No la tomaremos!" […] He aquí que yo mando contra este pueblo la desventura, el fruto de sus pensamientos, porque no han prestado atención a mis palabras y han rechazado mi ley".

Las palabras del apóstol Pablo y del profeta Jeremías son como un eco de las palabras de la Santísima Virgen de Belpasso cuando revela que familias, ciudades, naciones están en riesgo de pasar por una gran tribulación y cuando enuncia las causas de ello en el alejamiento de Dios, en la falta de testimonio de los cristianos y, más en general para el mundo, en la ausencia del sentido de Dios y en la inobservancia de las Leyes divinas escritas en el corazón del hombre.

Por esto la Santísima Virgen prometió regresar una vez más: para avisarnos y mientras tanto, para protegernos.

Contra este peligro la Madre de Dios opone el baluarte de la consagración total de cada uno de sus hijos al amor de Dios, ofreciendo como modelo, protección y escuela de vida espiritual los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria, imágenes del nuevo Adán y de la nueva Eva, modelos de la humanidad con nuevos corazones. En la segunda parte se anuncia, en efecto, un signo de esperanza, de liberación y de salvaguardia cuando invita a orientarnos y a confiarnos en los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria, y a permanecer firmes en el testimonio del Evangelio: "Pero antes que todo esto suceda te advertiré, de modo que tu puedas decirlo a todos. Será esto el signo tangible de mis apariciones y es más importante de los signos del cielo por su gravedad. No pierdan el ánimo: miren siempre a los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria. Que el Santo Evangelio esté en vuestras mentes, esté en vuestras palabras pero sobre todo sea escritura en vuestros corazones".

Con este fin la Santísima Virgen quiere formarnos e indicarnos con mucha anticipación tiempos y modos de tan sagrada confianza, como gesto de esponsales con Cristo de toda la Iglesia, comenzando con su núcleo más pequeño, la familia, llamada con justicia iglesia doméstica. Lo hará en la 33ª aparición.

LAS COMUNICACIONES DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Antes que esa aparición suceda, Rosario cuenta que en 1995, en un período en el cual nuestro continente europeo y otras varias partes del mundo estaban particularmente agitadas por guerras y tumultos, durante la Santa Comunión preguntó en oración a Jesús: "¿Señor, por qué no haces descender la paz en el mundo, ya que tu puedes?". Inesperadamente le respondió:

"Es verdad que puedo, pero quiero que se reconozca que es fruto del triunfo del Corazón de mi Santísima Madre a través de la conversión de aquellas almas que obstaculizan la paz con su indiferencia hacia mí".

En otro momento de oración durante la Santa Comunión, Jesús le dijo:

"Quiero que se difunda todavía más, se conozca más y se practique más la devoción al Corazón Inmaculado de mi Santísima Madre como acto de culto que conduce a mi Corazón".

Rosario objetó que la Iglesia ya reconoce este culto. Y el Señor respondió:

"Es verdad que lo reconoce, pero pocos lo practican ofreciendo plegarias y sacrificios de reparación por la conversión de los pecadores, consolando al mismo tiempo al Corazón de mi Santísima Madre y también al Mío. Este es el culto que busco y que deseo".

En otra ocasión el Señor le dijo durante la Santa Comunión:

"Vengo a pedir el cumplimiento de aquellos propósitos que últimamente los sucesores de Pedro han expresado, esto es, que cada nación, cada diócesis, cada parroquia y familia se consagren al Corazón Inmaculado de mi Santísima Madre".

Rosario objetó que para alguna de éstas había sido posible, pero que era difícil extender esta consagración a cada una de las familias. Él le respondió:

"Es verdad, pero ello apresurará y consolidará la paz que Yo he confiado al Corazón de mi Santísima Madre, y luego, con mi gracia todo se puede. Confía en Mí rezando y sacrificándote por esta intención".

(En efecto, los últimos Pontífices, como Pío XII, Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo II, cada uno a su modo, han pronunciado o al menos, han animado la consagración al Corazón Inmaculado de Maria. Ya el papa Pío XII, por ejemplo, en su carta encíclica Auspicia quædam del 1° de mayo de 1948, así declaraba: "Nosotros, casi en representación de la humana familia por Él redimida, queremos también consagrarla al Corazón Inmaculado de Maria Virgen. Deseamos por lo tanto que, cuando así la oportunidad lo aconseje, se haga esta consagración sea en las diócesis, sea en cada parroquia y en las familias; y tenemos confianza que de esta privada y pública consagración surgirán abundantes beneficios y celestiales favores").

En fin, durante aquel mismo año, Rosario escuchó estas palabras:

"Si no se escuchan mis pedidos, no obstante que hoy tengáis el seminario lleno, un día tendréis las parroquias vacías".

APARICIÓN N° XXXIII

Jueves 25 de marzo de 1999 – Anunciación de Nuestro Señor

 PEDIDO DE LA CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS, DE LAS PARROQUIAS Y DE LAS DIÓCESIS AL CORAZÓN INMACULADO DE LA REINA DE LA PAZ, Y POR CONSIGUIENTE, AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

"En la noche entre el 24 y el 25 de marzo de 1999, entristecido por el inicio de una nueva guerra en Europa (precisamente en Kosovo), estaba en vigilia de oración en mi habitación para suplicar a Nuestro Señor por la paz en el mundo, por intercesión de nuestra Santísima Madre.

Luego de algunas horas, casi amodorrado, me acosté y me dormí.

Despertándome con las primeras luces del día, me levanté del lecho y alzando la mirada, me encontré sobre la cima de un monte desde el cual se veía el mundo.

Fue aquí que vi a la Santísima Virgen de Belpasso con su Corazón Inmaculado, el rosario en la mano derecha y, esta vez, con un ramito de olivo (que se ramificaba en dos variedades) en la mano izquierda. La Santísima Virgen dijo:

"Ha llegado el momento de solicitar al Santo Padre promover con el auxilio de todos los obispos una especial consagración de las familias a mi Corazón Inmaculado y, a través de él, al Sagrado Corazón de Jesús, como también de las parroquias y de todas las diócesis del mundo, según la expresa voluntad de Nuestro Señor.

Muchas almas recorren un sendero que las aleja de Dios, pero Él, en su infinita misericordia, quiere salvarlas confiándolas a los cuidados de mi Corazón Inmaculado. Al comienzo, habrá muchos obstáculos para el cumplimiento de esta solicitud, pero luego será reconocida como un baluarte de defensa y muchas almas serán salvadas. Y tú deberás sacrificarte y orar mucho por esto".

Pregunté qué debería hacer y la Santísima Virgen me respondió:

"Pon por escrito lo que te ha comunicado Nuestro Señor e informa de esto a tu Arzobispo y al pueblo, pero a éste último no le digas que ha sido el Señor quien te lo comunicó".

Siguió un breve momento de silencio y luego la Santísima Virgen, mostrando la ramita de olivo, continuó:

"He aquí el signo de la reconciliación y de la unidad: es para todos los hombres que, reconciliándose con el Padre por los méritos de Jesucristo, encontrarán en el vínculo del Amor la paz de Dios".

Luego, como ofreciéndome el rosario, prosiguió:

"He aquí el signo de la oración: es para todos los hombres que, abriendo sus corazones a Dios y meditando sus palabras de vida eterna, darán frutos de caridad".

En fin, indicando su Corazón, dijo:

"He aquí el signo de la donación de sí mismo a Dios: es para todos los hombres que, unidos en el Sacrificio eucarístico a los sufrimientos de Cristo, consolarán los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria ofreciendo reparaciones a favor de la conversión de cuantos son afligidos por el pecado".

Fue con el pronunciar tales palabras que vi a Jesús crucificado y a su Sagrado Corazón y, a la altura de éste, como suspendido, un cáliz con una hostia sobre él.

Una luz inmensa y numerosas pequeñas llamas se irradiaban desde lo alto y envolvían todo el espacio de los alrededores. Mientras tanto toda la figura de Jesús se proyectaba dentro del cáliz y la hostia, que destilaba gotas de sangre y agua, colmaba el cáliz que desbordaba, cayendo sobre el mundo, mientras una voz poderosa decía desde lo alto:

"¡Salvación y santidad!".

 

Finalmente la Santísima Virgen dijo:

"Mantiene todo esto bajo secreto. Luego del Jubileo (se refería al Jubileo del año 2000), te será claro el momento y el confesor a quien hablar de esto. Luego, te será mostrado el camino a recorrer".

Entonces, el 25 de marzo de 1999 llega la última aparición que la Madre de Dios había prometido para avisar a todos sus hijos que encuentren remedio y defensa contra las amenazas que el maligno trama seduciendo a muchas almas.

La Madre de Dios afirma que ha llegado el momento para que sus hijos regresen a la fuente de su misma consagración bautismal para alcanzar las promesas con la ayuda de su Corazón Inmaculado: a través de su consagración aún las almas lejanas de Dios serán hechas partícipes, abrazadas y protegidas por la infinita divina misericordia.

El plan de la Madre de Dios comienza por la iglesia doméstica, la familia, pero luego quiere abrazar a toda la Iglesia, involucrando a parroquias y diócesis de todo el mundo. Entonces, todos los pastores de la Iglesia están llamados a cooperar y a asistir espiritualmente, según también la exhortación del Papa: "Una atención especial, luego, debe ser asegurada a la pastoral de la familia, tanto más necesaria en un momento histórico como el presente…" (Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 47)

A la pregunta de Rosario sobre cómo debe hacerse, la Santísima Virgen responde que hay que informar por escrito a su Obispo en lo que se refiere a las comunicaciones del Señor Jesús. Le ordena también informar al pueblo de Dios pero sin hablar de locuciones. Lo hará en la tercera relación.

Rosario reveló estas comunicaciones a los directores espirituales ya desde 1995 y en los años sucesivos. Cuando en 1999 la Santísima Virgen se lo ordenó, las refirió también al Obispo de la Iglesia de Catania, renovando los llamados en los años siguientes e insistiendo sobre la consagración de las familias. En marzo de 2001, comprendiendo que se aproximaba aquel peligro hacia el cual se estaba precipitando la humanidad, también reveló al Obispo la aparición de 1999 y los llamados de la Madre de Dios. En septiembre de 2001, como es de conocimiento, se ha hecho evidente la gran ofensiva terrorista y una nueva y más temible fase de inquietudes y conflictos por el mundo entero.

¿Cómo quiere la Santísima Virgen de Belpasso que se realice la consagración de las familias?

La familia cristiana, por la gracia de los Sacramentos, que vive en una concreta experiencia de fe y de caridad, se pone como signo y reflejo del Amor Trinitario y como actuación original e imagen de la Iglesia, tanto, que merece el nombre de "iglesia doméstica" (cf. Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 11). Participa en la vida y en la misión de la Iglesia, recibiendo y transmitiendo el amor de Cristo. Ofrece a Dios el culto espiritual con la plegaria común y el ofrecimiento del propio estar juntos, en la acción y en el reposo, en el sufrimiento y en la alegría, celebrando la Eucaristía en el día del Señor, avanzando juntos en el camino de la fe (cf. CEI, La verdad os hará libres, 1071-72).

Puestas estas premisas, la consagración de la familia al Corazón Inmaculado de la Madre de Dios se propone como valida ayuda a cuantos quieren vivir mejor siguiendo las huellas de Jesús. Imitando las virtudes de Maria, discípula perfecta de Cristo, la familia consagrada podrá testimoniar el amor de Dios en la Iglesia y en el mundo.

Por eso se puede comprender mejor el sentido de los tres signos ofrecidos por Maria: el ramito de olivo formado por dos variedades diversas (imagen que recuerda la Carta a los Romanos, 11, 17-24, donde San Pablo habla de un olivo bueno y de un olivo injertado en él, símbolo de los hebreos y de los gentiles, ambos beneficiarios de la reconciliación con Dios), como signo de unidad y reconciliación entre los pueblos, en la paz de Dios, en Cristo, por realizarse en un recorrido de conversión de cada uno, comenzando por el propio núcleo familiar.

El rosario es el signo de la intimidad con Dios: permaneciendo siempre unidos en la oración en familia, en comunión con el Señor, especialmente mediante el Santo Rosario, meditando en Su Palabra, se nos conforma siempre más a los deseos y a la perfección de Dios y se llega a ser auténticos testigos del Amor Trinitario, primero en familia y luego por los caminos del mundo.

El Corazón mismo de Maria, que ofreciendo al mundo su Hijo crucificado, se ha como ofrecido a sí misma en sacrificio, recibiendo una espiritual espada de sufrimiento, es un signo para nosotros, y se actualiza y renueva cada día con nuestra coparticipación al sacrificio de Jesús en la Comunión eucarística, uniendo en él nuestras oraciones, buenas acciones, sufrimientos, etc., para realizar el misterio de la Redención por cuantos aún están lejos de Dios pero siempre amados por Él.

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