MENSAJES 1987
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Alrededor de Rosario ya comienza a reunirse mucha gente. Son casi mil las personas que conociendo el hecho están presentes en las apariciones. El joven, recibido el mensaje, lo transcribe en una hoja que luego se divulgará a través de fotocopias. La Virgen se presenta con el título de Reina de la Paz, y pide conversión y amor hacia Jesús.
Yo soy la Reina de la Paz, Regina Pacis, Kralice Mira, Reine de la Paix, the Queen of Peace, Königin des Friedens. Yo soy María, Madre de Dios.
Deseo que entren en Mi Corazón con mucha humildad y mucho amor, deseo que reciten cada día el Rosario, deseo que comulguen, que se confiesen, de modo de ser cada vez más dignos del amor de Cristo.
Grande es el dolor de mi Hijo, porque este nuevo año será lo mismo, habrá pecados, también se harán ultrajes a la Iglesia.
Que no se ofenda más al Santo Padre, que ya ha sido muy ofendido. Sobre todo que no se ofenda más a Jesús, afligido por los pecados del mundo. Ofrezcan reparaciones con sus oraciones, pero hechas con el corazón y con la esperanza puesta en Dios, en la esperanza de Su venida.
Bendigan ahora y siempre a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo para que difundan el amor y la paz en sus corazones.
Les pido siempre fidelidad a Mi Corazón y pido la conversión del mundo. Que se consagre sobre todo al Sacratísimo Corazón de Mi Hijo y también al Mío: sólo nuestro amor les traerá la paz
Digan frecuentemente la oración a las Santas Llagas de Jesús, porque con Su sacrificio sobre la Cruz, Él les dio otra vida, les dio la vida, única vida eterna. Jesús les pide amor y viene con misericordia. Quien no lo quiere con misericordia Lo tendrá como juez.
Lleven siempre el amor en sus corazones, sean siempre más dignos del Corazón Sagrado de Jesús, lleven la palabra del Evangelio por las calles, en la familia y en todo el mundo, porque el único faro, la única vida y camino es mi Hijo, el Redentor, el Salvador, el Vencedor de los Muertos en la infinidad de los siglos.
Con esto les quiero decir que invoquen siempre al Espíritu Santo, porque es justo que todos los hombres puedan tener en sí un verdadero compañero fiel, un compañero espiritual que los pueda hacer espirituales en el amor de Cristo.
Escúchenme, Yo soy Madre de Uds., y se que invocan poco a Jesús.
Daré paz a la humanidad sólo cuando triunfe Mi Corazón y también el de Mi Hijo.
Esté siempre el Santo Evangelio, verbo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en sus mentes, que esté en sus palabras, y que sobre todo esté escrito en sus corazones.
R: Virgencita, ¿continuarás viniendo?
M: Continuaré viniendo y todo esto es por Uds. para salvar a mis hijos predilectos.
R: ¿Y cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes.
Rosario pide algunas cosas personales a la Virgen, y le pide que dé un signo.
M: Daré un signo como prueba de mis apariciones. Sean por siempre bendecidos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que el Padre esté siempre en sus mentes, el Hijo en sus corazones y el Espíritu Santo en sus almas.
Recuerden: Mi Corazón triunfará.
Después que la Virgen subió al cielo, el sol comenzó a moverse cambiando de color (rojo, verde, azul) y desdoblándose, e hizo reflejar esos varios colores sobre las personas y sobre las cosas.
Plegaria a las Cinco Llagas
Oh! Dios, ven en mi ayuda
Señor, apresúrate a socorrerme
Gloria.
A la llaga de la Mano derecha
Amabilísimo Señor mío, Jesús Crucificado
adoro profundamente postrado, unido a María Santísima, con todos los Santos y los Beatos del cielo,
la Llaga sacratísima de Tu Mano derecha.
Te agradezco el amor infinito con el que quisiste soportar tantos y tan atroces dolores
para expiar mis pecados, que yo detesto con todo el corazón.
Te pido la gracia de conceder a la Iglesia victoria sobre sus enemigos,
y a todos sus hijos, caminar santamente en la via de tus mandamientos.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
A la llaga de la Mano Izquierda
Amabilísimo Señor mío, Jesús Crucificado
adoro profundamente postrado, unido a María Santísima, con todos los Santos y los Beatos del cielo,
la Llaga sacratísima de Tu Mano izquierda.
Te pido gracia para los pobres pecadores y por los moribundos,
especialmente por aquellos que no quieren reconciliarse Contigo.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
A la llaga del Pie Derecho
Amabilísimo Señor mío, Jesús Crucificado
adoro profundamente postrado, unido a María Santísima, con todos los Santos y los Beatos del cielo,
la Llaga sacratísima de Tu Pie derecho.
Te pido la gracia que en todo el clero y entre las personas a Ti consagradas florezcan muchos santos.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
A la llaga del Pie Izquierdo
Amabilísimo Señor mío, Jesús Crucificado
adoro profundamente postrado, unido a María Santísima, con todos los Santos y los Beatos del cielo,
la Llaga sacratísima de Tu Pie izquierdo.
Te ruego por la liberación de las almas del Purgatorio,
principalmente por aquellas que en vida fueron devotas de tus sacratísimas llagas.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
A la llaga del Sagrado Costado
Amabilísimo Señor mío, Jesús Crucificado
adoro profundamente postrado, unido a María Santísima, con todos los Santos y los Beatos del cielo,
la Llaga sacratísima de Tu Costado.
Te ruego bendecir y escuchar a todas las personas que se encomiendan a mis oraciones.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
Virgen Dolorosísima, ruega por nosotros (tres veces)
Jesús Crucificado,
revaloriza estas plegarias con los méritos de Tu Pasión.
Concédeme vivir santamente,
dedicarme totalmente a extender Tu Reino,
recibir tus Sacramentos en punto de muerte, y de estar por siempre Contigo en la gloria.
Amen.
La noticia de las apariciones todavía es poco conocida. En Belpasso poquísimas personas las conocen. A las 12 exactas, durante la aparición, hay unas 2000 personas alrededor de la roca. Casi todas provienen de Catania y de los centros más próximo de la provincia. Muchas de estas personas aseguran haber visto, durante los momentos del diálogo de Rosario con la Virgen, una lluvia de hilos plateados que salían de la esfera solar para caer sobre el terreno que circundaba la escena.
Yo soy la Reina de la Paz: paz a los hombres de buena voluntad.
El Dios de la paz está en medio de Uds., el Hijo Redentor está en medio de Uds., gloria a Dios en lo alto de los cielos. Yo vengo en el nombre de Cristo y traigo la paz. Deseo que reciten cada día el Rosario, que comulguen, que se confiesen. Lleven reparación al Corazón Sagrado de Mi Hijo, que está ya tan ofendido. En el nombre de Cristo Yo vengo a Uds. Se refleja la luz de Mi Corazón en sus corazones, porque mis almas, mis hijos, están muy necesitados de paz.
Hijos míos, Yo vengo a Uds. para enseñarles el verdadero amor de Cristo. Empéñense al máximo en las santas enseñanzas que Yo, por voluntad de Jesucristo, quiero infundir en Uds., en sus almas, en sus corazones.
Construyan su vida eterna ya desde este lugar. Construyan su amor escuchando en este lugar a Jesús Mi Hijo predilecto. Constrúyanse la vida eterna porque esta vida está muy vacía del amor por Cristo.
Traten de llenar este vacío con sus oraciones. Escúchenme, hijos Míos.
Abandónense totalmente a Mí, estén más abiertos en las oraciones: deben darse cuenta que cuando rezan hablan con Dios. Deben ser con todos Uds. mismos, inmersos en la oración, porque sólo así Dios podrá escucharlos.
INFIERNO
Luego, la Virgen aproximó sus manos, una junto a la otra, abiertas. De las palmas salió una luz intensa que cayó a tierra un poco más delante de donde yo estaba arrodillado. Miré y vi que la tierra se partió. Dentro de aquella especie de profundo foso vi un mar de fuego, donde estaban inmersas personas que se quemaban y gemían, y su color variaba del color carbón al bronceado. También había animales de una especie desconocida y no existente en esta tierra. Aterrorizado, alcé los ojos hacia la Virgen y le dije: "Virgencita, sálvalos!"
La Virgen respondió: "Son las almas del infierno, son aquellas que no sólo han olvidado a Dios, sino que lo han ofendido, indiferentes de Jesús y de Sus Leyes".
PURGATORIO
Bajo los pies de la Virgen estaba la nube, que se abrió. Dentro de ella vi muchas almas vestidas de variadas tonalidades de marrón: del más oscuro al más claro. Había mucha espera y mucha oración, especialmente suplicante. Muy lejos, había una bellísima luz, a la cual todas las almas querían aproximarse, especialmente aquellas vestidas de marrón claro. Luego la nube se cerró.
PARAÍSO
Hacia lo alto, en el cielo, sobre la cabeza de la Virgen, vi muchas almas vestidas de blanco cándido y esplendoroso. Sus rostros emanaban luz y estaban gozosos. Todos cantaban loas y gloria a Dios. Por encima de estas alegres almas, había una inmensa luz que caía sobre ellas y se reflejaba entre ellas. Aquella era la luz de Dios. Luego todo desapareció.
La Virgen dijo: "Son las almas del paraíso, son aquellas que han merecido realmente la vista del Señor. Desgraciadamente pocas almas van al paraíso. Todos serán juzgados por Dios, justicia infinita. Cuando reciten el Rosario, luego de cada decena, agreguen con loa estas palabras:
Oh! Señor Dios, que por medio del Espíritu Santo, difundes Tu Santo Amor sobre la Iglesia, abrevia el dolor del purgatorio y siempre haznos más dignos de la vista del paraíso. Oh! Jesús mío, perdona nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia.
Muchos piden gracias, pero hasta que no se sepan abrir totalmente a Mí, a Mi Corazón, a Dios, no podré concedérselas. Si se elevan, si se elevaran a Dios con toda su alma, al punto de abandonar sus exigencias corporales, tendrán gracia. Traten de seguir mis enseñanzas con más atención, mediten las palabras del Santo Evangelio llevándolas a todo el mundo, y que sean palabra para todos los hombres.
Todavía hoy Mi Corazón está herido por el pecado. Todavía hoy el Corazón de Mi Hijo está herido por el pecado. Ofrezcan reparación: se los pide vuestra Madre, deseosa de la paz en el mundo.
Siempre sean bendecidos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que esté el Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas. Que esté el Santo Evangelio en sus mentes, que sea la palabra de Uds., pero sobre todo, que esté escrito en sus corazones... Ahora debo irme.
R: Virgencita, seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo
R: Y cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes. Un día muchos se darán cuenta de la potencia divina de Mi Hijo, y todo esto sucederá cuando sea el triunfo de Mi Corazón.
En este comienzo de mes se verifica la primera gran afluencia de peregrinos. Son cerca de 30.000 las personas que se estrechan alrededor del "peñasco" y que se encuentran diseminadas en las cercanías. Todos esperan ver un signo tangible, que pruebe la presencia de la Virgen. El cielo está nublado, y a ratos llueve. Poco antes del mediodía, no obstante, cesa de llover y el sol asoma más de una vez de entre los espesos estratos de nubes. Muchas de las personas presentes dicen haber visto al sol girar sobre sí mismo y brillar en el cielo rayos de color plateado.
Hijos míos, he venido para avisarles.
Hijos míos, el primer aviso está referido a la salvación de Uds.
Hijos míos, abran sus corazones, quiero arrancarlos del mal. Uds. caen seguido en las tentaciones que cada día el mal pone bajo sus ojos.
Hijos míos, Mi Hijo los llama pero Uds. están sordos a Su llamada. Mi Hijo está siempre con Uds., pero Uds. están ciegos. ¿Por qué motivo creen que Yo vengo a Uds.?
Uds. conocen la necesidad de rezar, especialmente en este período. Abran sus corazones, alégrense por el amor que Jesús les da, dense cuenta a qué cosa renuncian. ¡Entiéndanlo y recen!
R: Virgencita, te ruego, haz algún milagro para la gente que tiene necesidad de Ti.
M: A todos aquellos que desean gracias, diles esto: crean formalmente a sus curaciones y corran a comulgar y a orar. Aún los invito una vez más a reflexionar y a mirar a su alrededor... ¿lo que sucede en el mundo no necesita quizás de oraciones y de conversión? Oren siempre... oren. ¡Paz... Paz... Paz!
Te confío importantes secretos y no los develarás a nadie.
La Virgen me reveló 12 secretos: 2 personales y 10 referidos a la humanidad.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes... ahora debo irme.
R: Virgencita, te ruego, da un último mensaje para toda la humanidad.
M: Conviértanse... pronto, no hay mucho tiempo, rueguen por la paz del mundo. Esté siempre el Santo Evangelio, Palabra de Dios, en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, esté escrito en sus corazones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: el Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas.
Como de costumbre, una enorme multitud de visitantes se reúne desde las primeras horas de la mañana en el lugar. El grupo de voluntarios locales se prodiga para acoger ordenadamente a los peregrinos, y sobre todo a los enfermos que numerosos, llegan de varias partes de Sicilia.
Antes del evento, en la mañana, Rosario Toscano destaca la elección del Padre Espiritual. Es el padre Dino Magnano, del oratorio de San Felipe Neri, de Acireale. Una elección que todos intuían, vista la afinidad espiritual que los unía, a pesar de conocerse recientemente.
Durante esta aparición, como de todas las precedentes, según testimonios de muchos, se habrían verificado diversos prodigios solares.
Hijos míos, vengo aquí, en medio de Uds., porque los amo y deseo salvarlos. El hijo pródigo debe retornar al Padre, para estar en Su Gracia.
Se acerca la conmemoración de la Resurrección del Cristo Señor, y a propósito les recuerdo el ayuno, la abstinencia y la Santa Misa: confiésense, comulguen. El Señor es bondad y misericordia infinita. Los invito por eso a alabarlo porque es el día del Señor.
Hijos míos, les recomiendo una vez más los ayunos, para que la Pascua sea un día que no llene sus mesas tan frías y alejadas del prójimo que vive en la pobreza, sino que llene sus corazones de amor, de alegría y de alabanzas al Señor. Les recuerdo las oraciones, deseo la conversión, es necesaria la paz... en todo el mundo.
¿Qué cosa sino la paz podrá salvarlos? La misericordia de Dios será su ocasión para pedir perdón, para pedir y obtener la paz en lo más íntimo de Uds., para después reflejarla al mundo, al prójimo.
Deseo aún que se consagren y se confíen a Mi Corazón.
Deseo que cada alabanza y gloria estén dirigidas al Sagrado Corazón de Mi Hijo, porque Él les ha regalado la resurrección. No teman nada porque Dios está con Uds. y Su bondad no les hará faltar nada. Su bondad los protege del mal, pero Uds. deben ser siempre sus humildes siervos.
Queridos hijos, deben darse a Dios, porque hay gravísimos castigos para la humanidad.
R: Virgencita, ¿cómo debemos hacer, y qué debemos hacer?
M: Renuncien al pecado. Es necesaria la oración, la comunión, la penitencia. Deseen todo esto: amen, y el Señor extenderá sobre Uds. Su Gracia, Su Misericordia, colmando sus corazones y sus almas de paz.
R: Virgencita, pero nosotros deseamos la paz.
M: No basta desearla, hay que ponerla en práctica con el prójimo: amen, perdonen, rueguen, y habrá paz. Alaben al Señor por todo lo que les da. Contemplen las maravillas de Su Amor grande y sin límites. No busquen otra cosa, más aún, propaguen el amor de Jesús predicando y viviendo el Santo Evangelio, Palabra de Dios: que esté en sus mentes, que esté en sus palabras, pero que sobre todo, esté en sus corazones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas...Ahora debo irme.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo, si Dios me lo permite.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes. Pero Uds. recen... recen.
La multitud es numerosísima: son más de 50.000 las presencias. La organización preparada por el voluntariado local, entre los cuales la Misericordia, junto a las fuerzas del orden, contienen ordenadamente el flujo de gente.
No obstante estalla la polémica, cuando Rosario Toscano, luego de haber leído el mensaje, lee junto a la roca el párrafo donde la Virgen expresaría el deseo que se construya una capilla en su honor.
Muchos de los presentes, en el lugar, comienzan a hablar de especulación. La prensa avala esta suposición (que luego resultó infundada) con una intensa campaña periodística. No obstante la gente, en los días sucesivos, continúa llegando a la roca para rezar devotamente, como antes.
En cuanto a los testimonios recogidos aquel día, muchas personas aseguran haber visto una nube de color amarillo oro posarse sobre la roca, mientras una paloma, luego de haber dado vueltas sobre la roca, desaparecía hacia el sol.
Hijos míos, agradezcamos a Dios que todavía permite que Yo venga aquí, en medio de Uds. para hablarles y para llevar a sus corazones la paz de la cual la humanidad tiene tanta necesidad. Dios hace mucho por Uds., y los llenará de Su Gracia si Uds. son perseverantes en la oración, en la penitencia, en el ayuno, en el estar presentes también con sus corazones en la Santa Misa: confiésense, comulguen.
Deseo que Uds. sientan la necesidad de santificar sus almas. Hay demasiados pecados con los cuales Jesús es ofendido. Estén abiertos con sus corazones, amen a Dios.
Que sus almas glorifiquen al Señor, y que sus espíritus exulten en Dios su Salvador. Su misericordia se extiende sobre los que le temen y que son humildes de corazón. Dispersa a los soberbios, derriba a los poderosos.
Hijos míos, sean humildes de corazón, tengan siempre un santo temor de Dios. La misericordia de Dios es infinita, pero Dios es también justicia infinita.
Dios está con Uds., está en medio de Uds. El Señor es su pastor, y a Uds. no les falta nada porque son realmente su rebaño.
El camino del Señor es el Amor y la paz. ¿Están siempre dispuestos a seguirlo? Dios tiene la Iglesia. La Iglesia es guía para Uds., el Señor es pastor para Uds., y Sus ministros son su instrumento.
R: Virgencita, algunas personas no siguen más a Dios porque dicen que nos ha abandonado en este período.
M: Esperen en el Señor, y Él se volverá a Uds. Muchas veces Uds. se desalientan por las adversidades que se les presentan, pero si Uds. reciben un sufrimiento, esperen que el Señor les de fuerzas para soportarlo y ofrézcanlo por la conversión de los pecadores. Muchas veces Dios los ha ayudado, pero Uds. no han tenido esperanzas.
R: Virgencita, ¿qué debemos hacer?
M: Estén siempre dispuestos a recibir los mandatos o los sufrimientos que el Señor les envía, y sepan cumplir Su voluntad. No busquen en vano de entender Su voluntad, porque las obras del Señor son grandes. La guía de Uds. es el Santo Evangelio, la Palabra de Dios: que esté en sus mentes, en sus palabras, pero que sobre todo esté escrita en sus corazones.
R: Virgencita, ¿deseas otra cosa?
M: Deseo que se continúe recitando el Rosario, y que se diga a los sacerdotes que se construya, según la voluntad de Dios, una capilla en mi honor, y que se conozca el culto del Corazón Inmaculado de María, Reina de la Paz. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes.
No obstante la llegada de los primeros calores de la estación estival, una multitud calculada en unas 50.000 personas llega a la zona que rodea la roca.
La cita con la Virgen, estando en vigor la hora legal, es siempre a las 13 exactas. Gran interés suscita entre la población parte del mensaje que el muchacho habría recibido también esta vez. La Virgen invita a los sacerdotes a ir en procesión a la roca, y entonces expresa separadamente el deseo que la víspera de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús (25 de junio) se vaya en procesión a ese lugar y se ruegue fervorosamente.
Hijos míos, vengo una vez más para recordarles la victoria de Jesús Mi Hijo, sobre la muerte. La voluntad de Dios es que Yo venga a Uds. y que Uds. vengan a Mí.
Mi deber es traer la paz. Deseo que se siga recitando el Rosario, que se ayune, y que se participe en la Santa Misa: comulguen, confiesen... hagan penitencia.
Del Espíritu del Señor está llena la tierra. Adoren al Señor, amen al Señor, para que Él se alegre de sus hijos. Den gracias a Su Amor, a Su Misericordia, que toda la tierra Lo exalte.
Estén llenos del Espíritu del Señor, invoquen su Santo Espíritu. Los llenará de gracia con Sus Santos dones. Abran sus corazones a Dios.
Hijos míos, invoquen al Espíritu Santo porque sólo así podrán santificar sus almas.
R: Virgencita, ¿cómo se hace para invocar bien al Espíritu Santo?
M: Abandónense totalmente a Mí, a Mi Corazón. Yo soy la morada del Espíritu Santo. No teman, porque aquel que tenga realmente fe, llegará a obtener todo lo que pida al Padre en el nombre de Jesús. Vengo sólo para ayudarlos en su fe en Dios, y del mismo modo ayudo a la Iglesia en su camino. Canten siempre las alabanzas y la gloria en los siglos a su Dios. La humanidad se ha olvidado de Mi Hijo y de Su Sacrificio. No sigan ofendiéndolo con su indiferencia. Jesús Eucarístico los invita y los recibe en Su Mesa.
No rehusen más los Santos Sacramentos de la Confesión y de la Comunión, porque de esa manera rehusan salvarse. El Señor es la gloria de Uds. Uds. son Su pueblo y deben amarlo y obedecerlo como su único Padre: vuelvan a disponerse a Su Santa Voluntad.
R: Virgencita, habla a la humanidad del Amor de Dios para con Sus hijos.
M: El Señor es bueno y grande en el amor, pero Dios es incomprensible para el hombre, y los proyectos para cada uno de Uds. son secretos. Confíen en Mí para que Yo acreciente en Uds. aquello que es agradable a Dios y los ayuda en su misión. Que el Santo Evangelio, Palabra de Dios, esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, esté escrito en sus corazones.
R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?
M: Deseo que se diga a los sacerdotes que vengan aquí para orar. Deseo que un día antes de la celebración del Sagrado Corazón, vengan aquí para invocar a la Reina de la Paz con fervorosas oraciones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes.
Todos esperan que haga calor, como es natural. Pero inesperadamente, con gran alegría de los más sufrientes que llegan al lugar, la jornada es fresca y algo nublada. La muchedumbre es de unas 45.000 personas. Rosario Toscano, como siempre acompañado por sus padres y por el Padre Dino Magnano, desciende hacia la roca que está de cubierta de flores, hacia las 12. A las 13 tiene lugar la aparición.
Luego de diez minutos exactos, apenas el muchacho se levanta del suelo terminada la oración de saludo, comienzan a caer gruesas gotas de lluvia. La muchedumbre busca reparo aquí y allí. Muchos se empapan de pies a cabeza, pero no obstante permanecen firmes para escuchar el mensaje que Rosario lee desde el balcón de su casa, cerca del lugar. La Virgen habría dicho, en la conclusión, poco antes que lloviese, "Los bendigo con el agua santa". Escuchado esto, ninguno se preocupó por permanecer mojado. Y por lo que se sabe, ni siquiera los pacientes crónicos de enfermedades respiratorias sufrieron ningún contratiempo; es más aún, a lo que parece, hubo algunos que curaron.
Hijos míos, deseo que estén contentos con Mi venida, y darles realmente la paz de la que Yo soy Reina. Deseo que se siga recitando el Rosario y que se frecuenten más seguido, especialmente en este mes que es el más probado por las tentaciones, los Santos Sacramentos de la Confesión y de la Comunión.
Los invito a recibir más sentidamente Mis mensajes y a escuchar Mis consejos: ayunen seguido, por lo menos una vez al mes. Hagan penitencia y ofrezcan reparaciones al Corazón Sagrado de Jesús y a Mi Corazón Inmaculado.
También los invito a unirse a Mí bendiciendo al Señor, humilde Rey de la Gloria. Una gloria a la cual Uds. pueden unirse si aceptan salvarse siguiendo a su Rey. Una gloria que tendrá valor en el cielo, con los Angeles y con todos los Bienaventurados. Siempre sean cada vez más dignos de gozar un día del Rostro del Señor. Que el Señor visite la tierra y bendiga sus brotes. El Señor venga a Uds. con Su dulzura y con todo Su esplendor; que venga y visite la tierra. Entreguen sus corazones al Señor para que los bendiga a Uds. y a todos los brotes de la tierra que ha creado. No sean ingratos porque Él, que está ofendido por la indiferencia de Uds., es Misericordioso, pero también es Juez de sus obras.
R: Virgencita, perdona nuestros pecados.
M: El Señor es bueno, y es Él el que los perdona. En este período estarán más tentados a pecar. Hagan penitencia y participen no sólo una vez en la Santa Misa, sino varias veces durante la semana. En este mes confiesen cada domingo: escúchenme, queridos hijos, porque así caminarán sobre una recta vía.
Hagan de modo que todos sus pecados les sean remitidos, de esa manera no serán obstaculizados en la santificación de sus almas.
Sean más obedientes a la ley del Señor. Ella será la gloria de Uds. Es la única ley de sus vidas, es infalible, es su guía.
Que la Iglesia siga guiando al pueblo de Dios, y que los fieles y los sacerdotes formen un único corazón en la lucha contra el mal. Queridos hijos, no creen divisiones entre Uds. sino sean unidos, ya que Uds. son el pueblo elegido. Que el Santo Evangelio, Palabra de Dios, esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, esté escrito en sus corazones.
R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?
M: No, nada más de las personas aquí presentes, pero sí de ti. Es justo que todos conozcan los otros mensajes de mis precedentes apariciones. Los leerás de a poco, cada sábado, y haz de modo que todos los escuchen.
Los bendigo con el Agua Santa, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes.
Nada de particular parece caracterizar esta reunión de oración de ferviente devoción, sino la presencia cada vez más numerosa, de gente proveniente de afuera. No sólo de todo el Sur de Italia, sino también de otras regiones de Italia (Toscana, Umbria, Lacio) llegan muchas personas a Belpasso para asistir al evento. Muchos, los enfermos animados de la esperanza de la curación. En el mensaje de este mes, la Virgen llama una vez más a sus hijos a la oración, a la penitencia y a la vigilancia contra los peligros del verano.
Hijos míos: vengo sobre todo porque con mis mensajes deseo llevarlos a un recto camino. Sepan que alcanzarán la salvación si escuchan y ponen en práctica lo que Yo les aconsejo. Ya desde hace tiempo vengo perpetuando mi pedido y mi deseo de oraciones. Ha llegado el momento de cambiar sus vidas, poniéndolas a la luz del Señor Jesús.
No pueden ni deben permanecer tan fríos ante una llamada tan dulce proveniente de Dios. Reflexionen, hijos míos: ¿no ha muerto Jesús por Uds.? ¿no ha resucitado Jesús por Uds.? ¿no es acaso Jesús la verdad y la vida? Jesús es la salvación de Uds. No podrán decir que Dios no los ama sólo porque no acoge siempre sus pedidos tan materiales. El Señor abre su mano y sacia a todo viviente. El banquete del Señor no es una mesa rica de placeres materiales y satisfacciones que no llenan el corazón. La mesa del Señor es el alimento de la vida eterna, sólo así sus corazones podrán ser colmados del amor de Jesús.
Agradézcanselo con esta oración o ofrezcan la Santa Comunión el jueves de cada semana para que los corazones petrificados de los pobres pecadores se derritan:
Oh! Jesús, es dulce tenerte en mi corazón. Deseo ardientemente tu amor. A tu Sagrado Corazón Misericordioso, suplico, adoro, le ruego, lo amo y le pido por Sus Santas Virtudes que aquellos corazones petrificados se derritan, se purifiquen y se enfervoricen para acercarlos así al Santísimo Sacramento del cual eres parte Tu, Jesús Mío.
El Señor les da su presencia de paz. Deseo que todos Uds. sientan la presencia de Dios en medio de Uds. y dentro de Uds., de modo de estar en paz con los otros y con Uds. mismos.
Pueblos todos alaben al Señor, pero que esta alabanza no esté vacía.
R: Virgencita, ¿estás contenta con nuestras plegarias?
M: No mucho. Una parte puso en obra mis consejos, otra parte no ha sido perseverante, pero la mayor parte ha quedado indiferente. Les pido aún aquello que les pedí el mes pasado: confiésense cada domingo y participen más veces por semana en la Santa Misa. Sigan recitando el Rosario.
En su bondad, el Señor no los abandona porque Uds. son Su pueblo. Uds. no le vuelvan las espaldas, y ténganlo siempre presente en sus vidas. Que el alma tenga sed del Señor.
El Señor llegue a Uds. y haga que sus corazones estén siempre llenos de amor, de paz y de bondad. Que el Santo Evangelio, Palabra de Dios, esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, esté escrito en sus corazones.
R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?
M: Deseo que cada viernes hagan una Hora Santa dedicada a Jesús en reparación a los ultrajes, sacrilegios e indiferencia con los cuales Él mismo es ofendido. Hagan penitencia y ayuno, sobre todo en este mes probado por las tentaciones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes.
Algo particular sucede durante esta aparición. Como de costumbre, en la zona alrededor del barrio de Borrello, se reúne la multitud de siempre. El clima es todavía bastante cálido, pero de a ratos sopla una fresca ráfaga que alivia apenas del calor y del cansancio de la espera. A las 13 exactas Rosario Toscano se arrodilla e inicia el coloquio con la Virgen. Luego de algunos minutos, los presentes ven al muchacho que primero besa la tierra, y después, sucesivamente, alzarse y extenderse hacia la roca. Se queda luego un poco casi aferrado a la roca en una actitud de visible transporte hacia la "Visión".
Quien se encuentra cerca comprende casi enseguida el significado del gesto cumplido. Éste gesto quedará claro cuando el muchacho lea el mensaje. Durante el coloquio, Rosario había pedido a la Virgen poder besarle los pies. La Virgen habría aceptado, a condición que primero besara la tierra, en signo de penitencia por todos los pecadores.
Hijos míos, vengan a Mí, los llevaré a Jesús. Esta es mi invitación principal, que dirijo a sus corazones. Para que lo puedan recibir mejor, sean constantes en la oración. Den siempre una mayor importancia a las oraciones, empleando más tiempo para Dios.
Queridos hijos, con un incesante reclamo los invito a la oración y a la participación en la Santa Misa: confiesen, comulguen, no olviden nunca su Rosario.
El Señor hará que Uds. escuchen su voz. Escúchenlo, porque en lo íntimo de Uds. Dios habla. Comiencen a entender su voz, que resuena en Uds. Si logran realmente escucharlo, se darán cuenta finalmente, que Dios los ama, y que Su Corazón arde de amor por Uds. Oh! hijos míos, ¿por qué no abren sus corazones al gran amor de Nuestro Señor?
Esta potencia divina de amor es tan grande que se sentirán realmente inmersos en la luz de Dios. Cualquiera de las tribulaciones de sus corazones desaparecerían si Uds. se abandonaran a Mi Corazón Inmaculado.
R: Virgencita: ¿qué debemos hacer para abandonarnos totalmente a Tu Corazón?
M: Orar, orar mucho, por lo menos, tres horas por día. Recitar muchos Rosarios, sacrificarse por la conversión de los pecadores, hacer mortificaciones para evitar las guerras en el mundo.
R: Virgencita: las personas dicen que no tienen todo este tiempo para orar.
M: Pero tienen tiempo para alimentarse. Como el cuerpo de Uds. tiene necesidades, también sus almas necesitan atenciones. Quien no tiene tiempo para rezar, no tiene tiempo para Dios, y eso no los convierte en sus verdaderos hijos. ¿Es quizás éste el respeto que tienen por su Padre? El Señor esté cerca de quien lo busca. Deben tenerlo presente no sólo en la vida cotidiana sino buscarlo para ser en todo y por todo, portadores de paz.
Jesús en Su amor, les da siempre la posibilidad de lograr el premio eterno. Día tras día Él pone frente a Uds. ocasiones para merecer lo que ha prometido. Den ayuda a su hermano necesitado. Cada pequeña o gran acción que hagan por uno de estos hermanos, la habrán hecho a Jesús. Lean y mediten a menudo el Santo Evangelio, la Palabra de Dios: que esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, que esté escrito en sus corazones.
R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?
M: No, nada más. Hagan de modo que su amor hacia Dios y sus oraciones no tomen un lugar marginal en sus corazones. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.
R: Virgencita: he hecho quitar las cosas de aquí, para poder besar Tus pies, ¿me lo permites?
M: Antes de hacerlo, besarás la tierra como signo de penitencia por todos los pecadores que ofenden a Nuestro Señor.
R: (luego de haber besado los pies de la Virgen) Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes.
(Rosario termina de besar los pies de la Virgen)
Es ésta la décima aparición, desde el comienzo del año. Los peregrinos son más de 50.000, y sobre todo se nota la presencia de autos y de autobuses provenientes de Palermo. Rosario, junto a su padre, su madre y el Padre Dino Magnano, desciende hacia la roca como las veces precedentes, primero hacia las 9:30 horas, para recitar las oraciones de la mañana junto a los enfermos, y luego hacia mediodía. En esta fecha, la Virgen habría dicho a Rosario que se acerque a las vecindades de la roca en un lugar apartado el día en el que es celebrada como la Reina del Santo Rosario, porque el Señor le concedería una gracia, para el beneficio común de su pueblo.
Hijos míos, no se descorazonen si la cruz es pesada. La Providencia Divina, el amor de Dios, sus oraciones, su fe, serán su consuelo y su alegría. Mi Corazón Inmaculado será su refugio. Los exhorto aún a recitar el Rosario, a rogar con el corazón fervoroso, y a frecuentar los Sacramentos. Deseo recordarles cómo Nuestro Señor ha bajado Su mirada sobre este sitio y cómo Su mano ha tocado sus corazones.
Los invito a alabarlo aún por las pequeñas gracias que concede generosa y gratuitamente, así sabrán agradecerle por las grandes gracias que provienen de Su divina misericordia. Con mano justa está cuidando Su viña. La viña del Señor es Su pueblo; hagan el esfuerzo entonces, de dar buenos frutos antes que el Señor la convierta en un desierto. Espera de Su pueblo justicia y rectitud, y no derramamientos de sangre y gritos de oprimidos.
Prepárense entonces, porque los tiempos han madurado. Si escuchan mis maternos consejos, habrá un período de paz y sólo las oraciones serán la purificación de sus corazones.
R: Virgencita, nosotros pobres pecadores no hemos escuchado Tu consejo de las tres horas de oración.
M: De Uds. no esperaba ni más ni menos, pero ahora ha llegado el momento: crezcan espiritualmente y sus corazones serán Míos, y los llevaré a Jesús. Los primeros pasos han sido difíciles, el camino que lleva a Jesús no es fácil de recorrer, pero Yo seré la guía de Uds., y los Ángeles sus protectores.
Queridos hijos, deben prepararse para decir su "sí" a la llamada y a la invitación de Jesús, y su "gracias" a su acogida. Una vez entrados a hacer parte de Su mesa, no podrán renunciar a un regalo tan maravilloso, aún si las tentaciones cotidianas amenacen su camino a la santidad.
Prometan habitar siempre en la casa del Señor, la que está siempre abierta. Los invito a colocar la Sagrada Biblia en un lugar que se note y que haga entender que debe ser leída cotidianamente, y sobre todo, un párrafo del Evangelio. Que la Palabra de Dios esté en sus mentes, esté en sus palabras, pero sobre todo, que esté escrita en sus corazones.
R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?
M: Deseo que reciten muchos rosarios por día, por lo menos tres. Que estén siempre sometidos a la voluntad de Dios y que lo amen, porque es la fuerza y el sostén de Uds., y su Sagrado Corazón arde de amor por Uds.
Deseo que el día en que seré venerada como la Reina del Santo Rosario, tu vengas aquí, en un lugar apartado. El Señor desea concederte una gracia que es para el bien común de Su pueblo. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes.
El 1º de noviembre, en Belpasso, como se preveía (la jornada es festiva) arriba un número increíble de gente proveniente de varias regiones de Italia (Lacio, Umbria, Toscana, Véneto). En la zona alrededor del barrio de Borrello se calcula la presencia de cerca de 70.000 personas.
Los primeros grupos de peregrinos comienzan a reunirse alrededor de la roca desde las tres de la mañana. Después, durante las primeras horas del día, es un continuo fluir de gente, como la crecida de un río. Rosario Toscano se dirige a la roca cerca de las 11 horas. Luego de recitar las oraciones, a las 12 exactas, tiene lugar la aparición. Durante los diez minutos de coloquio, el vidente recita una decena del rosario, luego alza el crucifijo del rosario, pidiendo a la Virgen que lo bendiga.
Entre tanto, de la masa de nubes que se encuentra hacia el este, se separa una nube similar a un humo gris, que lentamente se dispersa en el aire. La mayor parte de los presentes alza los ojos a lo alto gritando "Viva María".
Hijos míos, en este día han venido en gran cantidad, a lo de su Madre. Pero dan un motivo a mi incesante llamada. Deseo de Uds. un mayor abandono a Mí, una máxima humildad y obediencia a Nuestro Señor. Sean dóciles a Su Espíritu Renovador, estén sedientos de Su Espíritu Santificador.
Los quiero a todos santos, mis queridos hijos. Felices los puros de corazón porque verán realmente a Dios. Ahora, queridos hijos, en este día tan importante, renuevo mi pedido: reciten muchos Rosarios, hagan sacrificios para la conversión de los pecadores, ayunen por la paz del mundo, y sobre todo, participen muchas veces en la semana en la Santa Misa, pero con todo el corazón y con buenos propósitos en el empeño de mejorar y santificar sus almas, y a hacer más puros sus corazones.
Acérquense a los Santísimos Sacramentos de la Confesión y de la Comunión. Rueguen aún por la santificación de los religiosos y del pueblo de Dios, en fin, sus oraciones, sus súplicas hechas con todo el corazón, serán presentadas por mí a Nuestro Señor.
R: Virgencita: tengo algunas cosas que pedirte, la conversión de los pecadores, las vocaciones y muchas otros ruegos.
M: Para Uds., son tantos los afanes de cada día, pero: ¿cuántas son las veces que se detienen para calmar su sed en el Señor? Como el ciervo va al agua, así también tienen que hacer con el Señor. No cierren sus corazones al Amor, sino digan: "Tiene sed de Ti, Señor, el alma mía". Esto es lo que Él quiere escuchar de Uds. y así podrá poner fin a sus afanes.
Ante todo, es necesaria la conversión, las oraciones, la fe, de cada uno de Uds. Así obtendrán favores y gracias. Sé que las vocaciones son pocas, rueguen también por esta intención. Entre Uds. hay muchos jóvenes que están indecisos, que tienen un gran deseo de consagrarse al Señor, pero las cosas de este mundo los está distrayendo y alejando. Por esto, los incito a no estar indecisos: apaguen este santo deseo, se lo dice su Madre.
El Señor desea que no se abandone la devoción a Mi Corazón Inmaculado. A quien siga practicando este culto, Yo prometo la salvación, y estas almas serán amadas por Dios como flores puestas por Mí para adornar Su trono. El Señor los ama, quiere que cada uno de Uds. se acerque a Él.
Apártense de las pequeñeces humanas, porque Él quiere proceder según su plan sobre cada uno de Uds. Particularmente desde este día comenzarán a cumplirse grandes proyectos. Quiere conducirlos a todos al Reino de la Vida.
Queridos hijos: Nuestro Señor hace resplandecer Su Rostro y los salva. Prepárense entonces Uds. Sean conscientes de Su inminente venida. No sean sordos a la palabra de Dios, el Santo Evangelio. Entonces, que esté en sus mentes, que esté en sus palabras, pero que sobre todo esté escrito en sus corazones.
R: Virgencita: ¿quieres otra cosa de nosotros?
M: No, nada más. Ahora recita una decena del Rosario. Ofrécela por la santificación de las almas y por la paz en todo el mundo. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: Vendré el primer día del próximo mes.
Siendo no obstante un día hábil, el 1º de diciembre se reúnen en la zona del barrio de Borrello cerca de 60.000 personas. El día está sereno. Cuando, algunas horas luego del coloquio con la Virgen, Rosario lee el mensaje recibido, casi todos los llegados a la cita mensual, no están presentes en el lugar para escucharlo.
Las palabras de la Virgen son de gozosa esperanza aguardando la Santa Navidad: "En el día de Navidad el Padre ofrecerá gracias particulares a todos aquellos que estén abiertos de corazón".
Como conclusión agrega luego, que vendrá no sólo el primer día de enero, sino alguna otra vez durante el mes. Ni siquiera Rosario conoce la fecha de esta cita: dice sólo que cuando suceda, si hay mensajes para todos, lo hará saber.
Hijos míos, los amo intensamente. Deseo comunicarles Mi alegría, y que Uds. la compartan Conmigo. Nace aún Jesús entre nosotros. Pero, hijos Míos queridísimos, el Adviento es la preparación a la Navidad: ¿y Uds., cómo están preparándose?
Sepárense de las cosas materiales, porque sólo así podrán entender el verdadero significado de la Navidad. No permitan entonces, que sea otra vez como todos los años. Los invito a preparar la Navidad con la penitencia, la oración y las obras de caridad. Esta Navidad será para Uds. inolvidable, pero deben escuchar y poner en práctica el mensaje que les estoy dando.
Todos han contemplado las maravillas del Amor de Dios. Ahora deben actuar en sus corazones, su elección.
R: Virgencita, ¿cómo hacemos para saber si nuestra elección es aquella que quiere Dios?
M: Para saber reconocer que la elección de Uds. es la voluntad del Señor, deben rezar mucho y hacer penitencia para no caer en el error, confiándose y abandonándose totalmente a Él y a Mi Corazón Inmaculado. Queridos hijos, Uds. saben que el evento de la alegría se acerca, y deben comprender que sin amor no pueden obtener nada. Por esto, ámense primero en familia y luego entre todos, y entonces habrá de veras un clima de paz.
En las semanas que vendrán, dedíquense a la oración en familia, aprendan a amarse. Con el abandono a Dios que les he aconsejado, obtendrán dones especiales de caridad y de conversión.
Uds. dicen a menudo que Mi mensaje es siempre el mismo, que digo las mismas cosas. Muy mal, hijos míos, quiere decir que no saben meditar. Digan también que pido siempre la oración y el recitado del Santo Rosario.
Deben saber, no obstante, que cuando rezan son mucho más bellos. Como las flores en primavera muestran toda su belleza, también Uds. en la oración, se muestran más bellos, sus corazones se abren al Señor, y para Él llegan a ser mucho más preciosos que antes, a tal punto que son dignos del Paraíso.
Deben prepararse también para una buena confesión: que su examen de conciencia sea muy meticuloso.
Traten de arrepentirse realmente y de sentir un gran dolor de sus pecados. No sean orgullosos, no sientan vergüenza ante el Confesor. Finalmente se sentirán serenos y colmados de alegría, listos para vivir la Navidad. Si acaso no están en paz con Uds. mismos, un día antes de Navidad corran a confesarse, para que el Señor encuentre en sus corazones aquello que desea. Los sacerdotes deben empeñarse, por su parte, en acoger a todos.
Queridos hijos, la Santa Misa es la experiencia de la alegría en el encuentro con Jesús. Ya que este período debe ser vivido plenamente, reciban siempre el mensaje del Evangelio, la Palabra de Dios: que esté en sus mentes, que esté en sus palabras, pero que sobre todo, esté escrito en sus corazones.
R: Virgencita, ¿deseas otra cosa de nosotros?
M: No, nada más. Sólo les pido que no permitan que el día de la alegría sea para Mí, el día más triste, a causa de Uds. En el día de Navidad, el Padre ofrecerá gracias particulares a todos aquellos que estén abiertos en sus corazones.
Entre tanto Mi Corazón Inmaculado seguirá los progresos que hagan Uds. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.
R: Virgencita, ¿seguirás viniendo?
M: Seguiré viniendo.
R: ¿cuándo vendrás?
M: No sólo vendré el primer día del próximo mes, pero si el Señor me lo permite, también alguna otra vez en este mes.
Al concluir el mensaje del 1º de diciembre, la Virgen había dicho "No sólo vendré el primer día del próximo mes, pero si el Señor me lo permite, también alguna otra vez durante el mes". Como hemos dicho, ninguno conoce la fecha de esta cita extraordinaria, aunque muchos suponen que tendrá lugar el día de la Inmaculada.
La mañana del 8 de diciembre, el vidente se dirige a Acireale, a la iglesia de los Padres de San Felipe Neri, y aquí, inesperadamente, como conclusión de la Santa Misa celebrada por el padre Dino Magnano para la apertura del año oratoriano, la Virgen se le manifiesta mientras está recogido en oración en el primer banco, y la asamblea de participantes, de pie, está escuchando un canto. El evento es tan inesperado que deja al joven y a los presentes muy sorprendidos y emocionados, pero al mismo tiempo, gozosos con la experiencia vivida.
Después de la aparición, el vidente lee el mensaje en el lugar. Luego se dirige a la roca de Belpasso para comunicar a todos cuanto ha sucedido, y divulgar lo que la Virgen le ha dicho.
Hijos queridísimos: los amo intensamente, este es el sentimiento mayor que tengo hacia Uds., pero manifiesto también mi dolor: demasiadas ofensas son causadas a Mi Corazón Inmaculado, y pocos son aquellos que ofrecen reparaciones. Recuerden lo que dije precisamente hace un año. He prometido asistencia en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación, a aquellos que, cada primer sábado de cinco meses consecutivos, se hayan confesado y comulgado, hayan recitado el Rosario y sobre todo, me hayan hecho compañía por un cuarto de hora meditando los misterios, con el fin de ofrecerme reparación. También recomendé el ayuno para la paz del mundo.
R: Virgencita, ¿por qué sólo por cinco meses, y no más?
M: Porque son cinco las ofensas dirigidas a Mi Corazón: las blasfemias contra Mi Inmaculada Concepción, contra Mi Virginidad, el rehusar reconocerme como Madre de Dios y de los hombres, la obra de aquellos que infunden en el corazón de otros la indiferencia y el odio en contra de Mí, y la obra de aquellos que me ofenden directamente en Mis Sacras Imágenes.
Invito a cada uno de Uds. a difundir esta necesidad de confortar y consolar a su Madre. Sería para Mí algo muy grato si cada una de sus familias se consagrase a Mi Corazón Inmaculado.
Empéñense en reparar los ultrajes y las indiferencias causadas a Mi Corazón. Desde este momento les confío el deber de ser defensores y reparadores de Mi Corazón.
Bendigo a cada uno de Uds. y a sus familias en particular. Les prometo que si aceptan el deber que les he confiado, tendrán la gracia de la conversión:
ORACIÓN.....REPARACIÓN.....PENITENCIA.